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SÁLVESE QUIEN PUEDA

Asuntos de flato, vapores, hipocondría y melancolía

Hay a quienes la melancolía produce vapores patrióticos. // FDV

No tiene trazas mi amigo Benito Pereiro, con cuya mujer Samanta Buendía comparto yacusi en ocasiones, de comenzar con buen pie el año nuevo que nos toca. Vengo de tomar unos vinos con ellos y en el último se le subieron los humores al ver en la tele del local, bajo puños en alto y cimbreándose, una asamblea de la CUP catalana, jóvenes cachorros en su mayoría. "Iba a comprar coche pero este no es un país como Dios manda ni para esa transacción. ¿Cómo es posible que el futuro de la comunidad más desarrollada de España dependa de la decisión asamblearia de unos miles de chavales de vasos de plástico por la noche?" En realidad Benito Pereiro ya traía el cabreo puesto al bar porque recién se había enterado que Samanta, su santa esposa, había votado en Galicia a la Mareas cuando él era un votante de orden y del viejo régimen."¿Qué seguridad tengo yo -decía- al compartir lecho con una mujer de tan flacas condiciones como para votar a una amalgama de inconcreciones que, para mayor abundamiento, se atreve a abrir el melón de las Españas concediendo derechos como el de decidir, que no existen más que en sus mentes despechadas y suicidas?"

Yo,que sabía por las típicas confidencias de yacusi que el voto de su mujer no pretendía favorecer a las Mareas (que, en cualquier caso, oxigenan el ambiente) sino jorobarle a él en sentido conyugal, quise tranquilizar a Benito Pereiro, más que nada para poder tomar con tranquilidad el último vino. "Pero hombre, Benito -le dije-, no debieras excitarte por estas algaradas políticas o por cuestiones como la catalana que, a la postre, no son más que dispepsias, quizás cosas de flatos, hipocondría, vapores o ataques histéricos,esos que ya trató en libro Joseph Alsinet en 1794. No se pueden curar, decía, las enfermedades convulsivas con purgantes. Ya el médico Avicena nos decía hace siglos que el agua bebida en ayunas lava el estómago, mueve el vientre y socorre a los eólicos como ellos". "Será agua de manguera a presión antidisturbios" -mascullaba Pereira-, que seguía en sus trece, diciendo que iba a comprar su coche en un país serio como Inglaterra, en que al menos tenían el volante a la derecha.

En esas diatribas andábamos en el bar, despotricando entre amigos como buenos españoles, cuando entró en la conversación un bilbaíno de un grupo que, a la sazón, coreaba canciones bélicas en espera de la confrontación de su equipo con los célticos. "Perdónenme señores pero si hay nacionalismo catalán, también lo hay español y no es mejor que el otro". ¡Dioses, socorrednos!,pensé yo y con razón. El rostro de Benito Pereiro empezó a tornarse sanguíneo, acidosa su voz, y se le oyó decir. "Oiga, este cuento de nacionalizar el pasado se ha acabado. El relato sobre la independencia se ha revelado como mera disputa de poder y ahora compite con Podemos, que también lo ha hecho suyo por lo mismo. Ya está bien ese cuento de hadas de la falacia retrospectiva, ese relato novelesco de idílicas naciones oprimidas por otra que se mezcla con memorias históricas tuneadas y nuevas ansias republicanas".

Pero ¿qué es lo que, -a la postre- prohíbe gente como usted sino la libertad de elegir? -se le oyó decir al bilbaíno mientras daba un giro a la izquierda a su boina. Yo estaba sacando un corcho a una botella de champán para brindar por el nuevo año pero empecé a temer que no llegaríamos a verlo. Benito Pereiro hizo de su voz vozarrón. "La democracia -gritó-no puede atender a las xenofobias porque la democracia es celebración incluso del otro mientras la xenofobia de estos nacionalistas es su negación. Ya lo dijo Arcadi Espada. La democracia frívola es la que celebraría un referendum sobre la pena de muerte después de una oleada de crímenes pederastas, o la que coloca una urna tras frenéticas orgías sentimentales entre himnos, banderas y bravehearts en estadios de fútbol. Un referendum aquí es una bobada pequeño burguesa, de esas que de vez en cuando traen consecuencias funestas. Ganas de liarla, vamos".

Al ver el cariz que tomaba el asunto hube de intervenir para pacificar a las huestes enfrentadas. "Señores -les dije- , haya paz y brindemos todos con cava catalán porque estos asuntos no son más que de Flatos a veces Flatus Vocis, Melancolía, Hipocondría, Vapores o Histerismo y los más respetables individuos son inquilinos de alguno de sus ramos.Cálmense pues y entremos en el nuevo año celebrando lo que nos une. ¡Alabado sea el Señor!". Quedaron tan anonadados por mis invocaciones divinas que callaron todos y, acto seguido, procedieron al brindis.

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