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Kandinsky en España

La sala de exposiciones de Cibeles de Madrid muestra una amplia retrospectiva del creador de la abstracción

"En blanco II" (1923). // Vassily Kandinsky, VEGAP, Madrid 2015

En 1896, durante una representación de la ópera "Lohengrin" de Wagner, en el Teatro Bolshói de Moscú, un joven profesor de derecho, pintor amateur, comenzó a pensar en la posibilidad de una experiencia paralela en la que los colores fueran las notas y la composición ocupase el espacio que en la música tenía la tonalidad. Esta idea fraguó en la mente de Kandinsky ese mismo año, cuando descubrió a los impresionistas franceses durante su primer viaje a París.

Vassily Kandinsky (1866-1944) había comenzado a estudiar arte en Rusia pero su formación fundamental la llevó a cabo en Munich, una ciudad que en 1896, cuando él llegó allí a los 30 años, acogía una frenética actividad de gentes del teatro, la música y las artes plásticas en las que el movimiento Jugendstil (Estilo Juvenil) se había impuesto con su gran fuerza expresiva de líneas onduladas y colores fuertes con la que perseguía alcanzar el concepto de obra de arte total, un arte que estimularía el espíritu humano como sólo la música había podido hacerlo. Kandinsky se sumó a este estilo, derivando hacia la abstracción, pensando que era la mejor forma de trascender la realidad de manera espiritual.

Al finalizar sus estudios en el taller de Anton Azbé en 1900, fundó la sociedad Phalanx (Falange) para enseñar pintura a los jóvenes y darles la oportunidad de exponer sus obras, mientras desde la revista "El Jinete Azul", que editaba con Franz Marc, divulgaba sus principios programáticos sobre arte. Kandinsky había realizado sus primeros cuadros basándose en la mitología y en los cuentos medievales rusos, con una fuerte influencia simbolista: "Canción del Volga", "Paseo", "Rusia antigua", Venecia Nº 4". En 1904 recibió la fuerte influencia de la luz mediterránea a raíz de un viaje a Túnez ("Túnez, la bahía", "Calle de Túnez", "Túnez, paisaje costero"), y del colorido de los Alpes bávaros durante una estancia en el pueblo de Murnau con su pareja Gabriele Münter. Fue en este momento cuando inició el rumbo definitivo hacia la abstracción con "Pintura con mancha roja". Durante estos años profundizó en sus investigaciones sobre las afinidades entre la música y la pintura gracias a su amistad con los compositores Thomas von Hartmann y sobre todo Arnold Schonberg, que inspiró su "Impresión III (Concierto)". Para Kandinsky la abstracción era el ingrediente mágico cuando se trataba de pintar un cuadro que pudiera ser comparado con una sinfonía.

El estallido de la Gran Guerra le obligó a volver a Rusia, sin cuadros y sin bienes, en plena crisis de su matrimonio con Gabriele, con la que se reunió en 1915 en Estocolmo para certificar la ruptura. A su regreso a Moscú se casó con Nina Andreievskäia, que lo acompañará el resto de su vida. La revolución soviética despertó en Kandinky un gran interés por el futuro del arte ruso (trabajó junto a Aleksandr Rodchenko y Varvara Estepánova), muy pronto ahogado por la burocracia y las tendencias del constructivismo y el utilitarismo productivista, que calificaron su obra de "expresionismo obsoleto". En uno de sus últimos cuadros en Moscú, "En el gris", refleja la turbulencia y el ambiente sombrío de la Rusia bolchevique. La decepción le insta a abandonar de nuevo su país. Invitado por Walter Gropius regresa a Alemania para dar clases en la Bauhaus de Weimar.

Los años de Weimar

Los años en la Bauhaus, de 1922 a 1933, fueron los más creativos de Kandinsky. Realizó grandes murales (como los de la entrada al Juryfreie de Berlín), serigrafías y litografías de la serie "Pequeños mundos" y lienzos de gran tamaño, como "Composition VIII", en los que experimenta con círculos semicírculos, triángulos, cuadrados, líneas curvas y ángulos agudos. Con "Acento rosa" y sobre todo con "Amarillo-rojo-azul" pone en práctica su teoría sobre las afinidades entre los colores y las figuras geométricas, una idea basada en la sinestesia, la asociación neurológica de los sentidos. Distribuye los tres colores básicos en círculos (azul), triángulos (amarillo) y cuadrados (rojo). Fue en estos años cuando publicó una de sus obras fundamentales, "Punto y línea sobre el plano", que continuó la obra teórica iniciada con "De lo espiritual en el arte", que escribiera en 1910.

Para Kandinsky el contenido de un cuadro es lo que el espectador experimenta bajo la influencia de los colores y las formas, que ejercen en las personas efectos síquicos, por lo que pueden ser utilizados para transmitir determinadas emociones. En la Bauhaus diseñó también el vestuario y los decorados para la obra "Cuadros de una exposición" de Mussorgski, que adaptó para la escena el Teatro Friedrich. La llegada de Hitler al poder en 1933, que cerró los centros de la Bauhaus en Wiemar y Dessau, le obligó a trasladarse a un París en el que los entonces triunfantes cubistas y surrealistas no acogieron con entusiasmo su obra y su figura.

Última estación, París

En París Kandinsky inicia una nueva línea con "Composition IX", inspirada en organismos de la naturaleza, vegetales y embriones, que continúa con "Cielo azul", donde las formas biomórficas se mezclan con animales fantásticos de colores vivos, dispersos en coreografías giratorias en forma caleidoscópica: fue su reacción a la guerra que acababa de estallar. En esta etapa estuvo influido por la obra de Jean Arp, Fernand Léger y sobre todo de Joan Miró, a quien admiraba.

En los últimos años de su vida, en una Francia ocupada por los nazis, dada la dificultad de encontrar lienzos blancos experimentó con otros soportes, sobre todo cartón, cartulina y madera de pequeñas dimensiones, y a pesar de la guerra sus obras estaban llenas de vida y color, de poesía y de energía positiva. Murió en París en 1944, en una Francia ocupada que lo olvidó demasiado pronto. Junto a su ataúd se colocó "Acuerdo recíproco", un cuadro que pintó poco antes de morir y que fue su reacción contra la humillación de la ocupación nazi. Su obra fue rescatada del olvido en 1963 gracias a una exposición en el Solomon R. Guggenheim de Nueva York. Ahora, en la sala de exposiciones de Cibeles, en Madrid, se puede ver una gran retrospectiva que reúne algunos de sus mejores cuadros, ordenados según las etapas de su carrera, aquí expuestas.

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