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Sembrando civilización

Es vital trabajar desde la raíz para cambiar este país brutal y primitivo, de costumbres y "tradiciones" de infraseres descerebrados

Sembrando civilización

La campaña No regales abandono promovida para evitar el regalo de animales en Navidad como si fueran juguetes, hace muy evidente el consumo desmedido, irresponsable e incontrolado que las "entrañables" fechas disparan en España. Los españoles superamos, al menos en un 50%, el número de días de regalos, tragantúa y bebercio al añadir la celebración de los Reyes Magos, que sólo existe aquí y en algunos países latinoamericanos.

Todos los países tienen sus consumos despendolados, pero el nuestro presenta un cuadro de vicios personales e intransferibles. Y alguien dirá "¡que cada uno consuma lo que quiera o lo que pueda!" con la convicción de la esencia democrática. Pero, verán ustedes, esto no es así. Hemos convertido a los niños en unos consumidores compulsivos no acostumbrados a la frustración, lo que lleva a una lluvia inabarcable de regalos que acaban en la basura al día siguiente. Así, hemos cosificado (¡vaya verbo!) también a los animales, especialmente perros, que se regalan en estas fechas. Tardan algo más de tiempo, pero como muy tarde en el verano muchos miles acaban abandonados (pueden consultar las cifras en la página noregalesabandono. wordpress.com). Y esto ya no es una cuestión de que cada uno puede hacer lo que quiera con el dinero que tiene y/o el que no tiene.

Un animal es una responsabilidad muy recomendable para la educación de los niños, pero regalar un animal sin la correspondiente parte didáctica lo convierte en un regalo envenenado. El objetivo es a largo plazo: si educamos a los cachorros humanos desde pequeños, de mayores tendrán una conciencia civilizada en su relación con otras especies y su concepto de la dignidad humana. Porque de esto es de lo que se trata: el simple hecho de que un niño y sus padres abandonen un animal cuando el capricho ya no tiene gracia, además de una crueldad estúpida, es un acto indigno. Es vital pues trabajar desde la raíz para cambiar este país brutal y primitivo, de costumbres y "tradiciones" de infraseres descerebrados.

Un animal no atiende a modas ni caprichos. No le vale que esta temporada otoño-invierno se lleve tal raza o la otra. Un perro convive con los humanos el tiempo suficiente como para que estos hagan planes serios sobre la organización de su vida: no es un coche, no es un juguete. Los adultos estamos en la obligación de saberlo y, por lo tanto, de pasar la información a nuestros hijos. Los niños son como esponjas y aprenden rápido lo que escuchan y ven de los mayores. Además, si en vez de comprar un animal, se le adopta, al valor ético infinitamente mayor se le suma el alivio de los refugios, que ya no dan abasto.

Y nada de esto es una "tontería animalista". Un país culto y civilizado es un país de ciudadanos libres; un país ignorante y ultramontano es un país de esclavos. No nos lo inventamos nosotros: lo decía Ángel Ganivet en el siglo XIX.

@JulianSiniestro

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