Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Disparos en la diáspora

Cientos de cazadores gallegos se desplazan cada año a otras comunidades para disfrutar de su pasión cinegética ante la escasez de animales en Galicia o para cobrarse otro tipo de piezas

Dos cazadores gallegos, con un macho de cabra hispánica en la alta montaña de Aragón

Más de un millar de cazadores gallegos se desplazan cada año más allá del Padornelo para disfrutar de actividades cinegéticas distintas a las que se practican en Galicia. La Federación Gallega tramitó el año pasado 852 licencias para cazar en otras comunidades autónomas, un número al que habría que sumar los permisos gestionados de forma particular. Más de la mitad de estos cazadores son de la provincia de Pontevedra y sus destinos preferidos son los cotos de Castilla-La Mancha y Castilla y León.

Para unos es la oportunidad de practicar la caza mayor; para otros, una salida a su afición ante la escasez de piezas en Galicia, donde el minifundismo condiciona el desarrollo de diversas especies. El año pasado fueron 852 las licencias tramitadas en la Federación Gallega de Caza para poder disparar en cotos de otras regiones de España; la gran mayoría en Castilla-La Mancha (549) y Castilla y León (264). Por provincias, fueron los pontevedreses quienes más permisos solicitaron, más de la mitad del total.

Uno de los cazadores gallegos que suele desplazarse a otras zonas de España es el ponteareano Florentino Arjones, Tino, que en esta época del año participa en batidas de macho montés (cabra hispánica) en Teruel, aunque también suele practicar la caza menor en cotos de Castilla-La Mancha.

En el primer caso está claro que viaja a las montañas de Aragón porque es uno de los principales lugares para cazar macho montés. "Se trata de una de las especies con un recorrido más largo porque se puede cazar desde octubre hasta finales de mayo -explica Tino- aunque la mejor época es entre el 15 de noviembre y el 30 de diciembre". Tino, que lleva cazando fuera de Galicia desde los años 70, entiende que la gente busque otros lugares fuera de nuestra comunidad "porque aquí, desde que se abandonaron los campos, desde que se dejó la agricultura ya no hay caza menor". Otro factor que influye es la climatología, "pues la caza necesita sol y agricultura para vivir", de ahí que muchos cazadores gallegos busquen las piezas en tierras de Castilla. "Allí la vegetación es distinta y los animales tienen más comida y más luz", refiere el también responsable del restaurante "A Taberna do Cazador" de Chapela.

Otro de los cazadores gallegos habituales en otras zonas de España es Víctor Ollero Ventín, un veterano cazador de Pazos de Borbén que viaja con frecuencia a la perdiz en Toledo y a monterías de jabalí en Ciudad Real, Extremadura, Andalucía o Valencia. "Se trata de terrenos cinegéticos de mayor tamaño que los de Galicia, porque aquí abundan los minifundios y hay una menor capacidad de reproducción; ese es uno de los motivos de ir a cazar fuera", comenta Víctor, aunque también buscan fuera "una caza diferente a la que tenemos en nuestra región".

Frente a los tópicos que rodean a los cazadores, Víctor Ollero señala que ellos son "los primeros defensores del Medio Ambiente; en mi caso solo cazo especies que no corren ningún peligro de extinción". Añade que tiene como lema lo que dicen los castellanos: "hay que dejar madre", lo que implica muchas veces "dejar de cazar antes de la fecha límite establecida. Si sobrecazas un coto te estás haciendo un flaco favor a ti mismo el año que viene".

Víctor lleva cazando durante toda su vida, pues se inició siendo muy joven junto a su padre. A sus 66 años reconoce que en Galicia apenas hay caza y "muchas veces salimos a pasear la escopeta al monte; a veces vas a una montería de jabalí y no pegas un tiro". De todas formas defiende una actividad en la que es fundamental el compañerismo: "la caza sin amigos no la concibo". Y es que aprecia sobre todo el charlar con los amigos, los viajes con ellos, así como la gastronomía o el hecho de disfrutar del monte; "me gusta cobrar piezas, pero tienes que estar preparado para disfrutar de un día con los amigos en caso de que no caces", afirma este veterano cazador de Pazos de Borbén, que compagina la actividad cinegética en Galicia con las salidas a otras comunidades porque "todo tiene su encanto".

Diego Rodríguez es otro de los cazadores gallegos que disfruta de su afición fuera de Galicia. En su caso, además de acudir a otros lugares de España como Toledo o Albacete, los desplazamientos superan fronteras: ha estado cazando en Sudáfrica en tres ocasiones, otras tantas en Hungría, así como en Turquía y en otros lugares del mundo. Cerca de 200 trofeos dan fe en su domicilio de su dilatada trayectoria cinegética.

En sus viajes, Diego y sus colegas compaginan la actividad cinegética con las visitas culturales y el ocio. "En Hungría, por ejemplo, estuvimos cuatro días a la caza del corzo y cenábamos con nuestras mujeres en un castillo; otros cuatro días aprovechamos el viaje para disfrutar de Budapest al son de los violines".

Entre otras piezas tiene un muflón medalla de plata, pero a lo largo de casi 40 años de afición ha abatido a diversos tipos de animales de caza mayor, como impalas, kudus o nialas. En ningún momento se ha encontrado en situaciones de peligro, "porque a las cacerías que voy están muy bien organizadas, con puestos desde los que no se ve a otros cazadores".

Productos químicos

Para Tino Arjones, uno de los principales problemas de la caza en toda España es la utilización por parte de los agricultores de "abono en grano con productos químicos, algo que está prohibido en casi todos los países del mundo; es un grano que el animal confunde con una semilla y se lo come, y acaba reventándolo porque tiene un contenido en sosa muy fuerte. Si esto sigue así, a la vuelta de pocos años no habrá ya caza en España, pero más por la agricultura que por la presión cinegética.

Otro problema grave, además del uso de herbicidas, es la eliminación de mojoneras entre campo y campo, de dos o tres metros de ancho, sin labrar. "En esos metros de mojonera se criaba la liebre, la perdiz, el conejo? era un refugio de caza que ha desaparecido con la nueva maquinaria, donde los campos de labradío no tienen fin", añade Tino.

En sus expediciones a la caza del macho montés en Teruel -en noviembre suele ir los lunes, martes, y a veces también los miércoles- le acompañan otros dos o tres cazadores gallegos. "Es una caza de alta montaña muy selectiva -señala-; el macho montés o cabra hispánica es el trofeo más preciado de Europa; vienen cazadores de todas las partes del mundo. Se trata de una animal que ya llamaba la atención de los romanos".

"Es una caza que entraña cierto riesgo por desarrollarse en zonas de alta montaña muy escarpadas, donde hay que jugar mucho con el viento; la cabra es además muy inteligente. Es un tipo de caza para gente muy técnica", añade Tino Arjones, que tiene unos 14 permisos del gobierno de Aragón para cazar macho montés. El precio de las licencias es similar en las distintas comunidades españolas, entre 28 y 38 euros. "¿Que cuántas piezas abatimos en cada viaje? Si traes un par de ellas ya te das por satisfecho".

Prueba de los riesgos de la caza del macho montés "es que llevo un año medio cojo por una caída; el animal no es peligroso para nada, pero los accesos son muy difíciles. No hay animales agresivos en el monte; el único agresivo en el monte es el hombre", explica Tino.

Una vez que el animal es abatido, se le colocan los correspondientes precintos para poder traerlo a Galicia, donde posteriormente se lleva al taxidermista, porque es una especie que no sirve para la alimentación. En "A Taberna do Cazador", situada en la localidad redondelana de Chapela, Tino ofrece diversos platos de caza. "Lo que más piden es el corzo, pero también tenemos perdiz, conejo y jabalí", apunta.

A sus 66 años, Tino también suele ir a la caza menor a Castilla-La Mancha, "una zona de caza de perdiz por excelencia", aunque empieza a disminuir aquejada de los mismos problemas que en otras zonas de España. Lamenta este veterano cazador que los ecologistas difundan "una sobreprotección de las alimañas

que perjudica a las especies de caza. Ahora mismo, para cazar un zorro en Castilla-La Mancha te ponen un montón de problemas".

Señala Florentino Arjones que si el dinero que gastan los cazadores gallegos para ir fuera de Galicia se invirtiera aquí, tendríamos un paraíso de la caza, "porque Galicia tiene la mejor zona de caza de Europa, el problema es que no se cuida nada el monte". Aunque siempre fue cazador de perdiz, si tuviese que elegir, Tino se decanta ahora por el corzo, "un animal muy inteligente y que da mucho juego". Al igual que para muchos cazadores gallegos siguen dando mucho juego sus expediciones a otros cotos de la península ibérica.

Compartir el artículo

stats