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Las agresiones marítimas

El primer barco español hundido fue el "Isidoro", que transportaba un cargamento de hierro de Bilbao a Cardiff

Una recreación del hundimiento del "Lusitania".

Mientras la guerra se estancaba en las trincheras del frente occidental y se extendía por las llanuras orientales fronterizas con el imperio ruso, en el mar continuaba una cruenta lucha que cada vez subía en intensidad. Nada más comenzar 1915, la marina británica había sufrido la baja del acorazado "Formidable", hundido por un submarino alemán, con la pérdida de 547 marinos. La réplica inglesa a este ataque se produjo el 24 de enero de ese año, cuando los británicos valiéndose de un libro de claves capturado por los rusos interceptaron a una escuadra alemana de cruceros. En uno de los buques teutones, el "Blucher", se ahogaron 782 soldados y el episodio fue captado en una película en la que se pudo ver cómo los soldados resbalaban mientras el casco del buque se hundía. Antes de acabar el mes, el 30 de enero, un submarino alemán hundió sin previo aviso al primer mercante británico en el canal de La Mancha. Alemania declaró zona de guerra las aguas que rodeaban a Gran Bretaña e Irlanda e incluyó entre sus objetivos militares cualquier embarcación, fuera o no neutral, que llevara provisiones o pertrechos a cualquiera de los países de la Entente. Estados Unidos respondió a esta escalada con la advertencia de que constituía una violación insostenible del "derecho a la neutralidad".

La batalla de los Dardanelos, a cuyo fracaso para las fuerzas aliadas ya se ha hecho referencia, supuso un gran despliegue por parte de las fuerzas navales británicas, cuyo máximo responsable era Winston Churchil, y contaron también con la participación de la escuadra francesa. Varios acorazados aliados se hundieron al chocar con la densa línea de minas dispuesta por los turcos. Los británicos "Irresistible" y "Ocean" y el francés "Bouvet" se fueron a pique, mientras que el también galo "Gaulois" y el británico "Inflexible" sufrieron graves daños al chocar contra minas.

Las advertencias americanas no detuvieron la agresiva política alemana en el mar. El 28 de marzo de 1915, un buque de carga y de pasajeros, el "Falaba", era hundido por el submarino alemán U-28 y entre los muertos se contó el ingeniero de minas Leon Thrasher, primer ciudadano estadounidense víctima de esa política. La escalada continuaba y tres días después, el 31 de marzo, eran hundidos por los alemanes nada menos que 29 buques mercantes, con 161 británicos muertos.

El 1 de mayo de 1915 fue hundido por los alemanes un buque mercante estadounidense, el "Gulflight", frente a las costas de Sicilia. Los periódicos neoyorquinos advertían a los viajeros ultramarinos que la guerra entre Alemania y Gran Bretaña y sus aliados incluía las aguas adyacentes a las islas británicas. El mismo 1 de mayo salió de América el "Lusitania", publicitado como el vapor más rápido y grande que cubría la ruta del Atlántico. El 7 de mayo de 1915, el submarino alemán U-20 disparó un solo torpedo contra el "Lusitania", que llevaba dos mil pasajeros a bordo. En 18 minutos el barco se hundió y perecieron 1.198 personas, de ellas 128 estadounidenses. La noticia removió y conmovió la opinión pública americana, aunque el presidente estadounidense Woodrow Wilson, pese a las protestas contra tal agresión, no se apartó de momento de su postura de neutralidad.

Una de las primeras consecuencias de la extensión de la guerra en el mar fue una caída de los tráficos ante el peligro evidente que se corría. Pero pronto, el riesgo y el peligro cedieron ante el negocio, y el tráfico marítimo se convirtió en una fuente de adquisición de riquezas que no fue despreciada por las compañías navieras, entre ellas las españolas. Los grandes beneficios obtenidos animaban a buscar vías para burlar el bloqueo marítimo, a pesar de los peligros. La ambigüedad sobre qué mercancías eran contrabando de guerra y cuáles no añadía más inseguridad al transporte marino.

La primera víctima española de la guerra naval fue el vapor "Isidoro", de 2.044 toneladas, propiedad de la casa Echevarrieta y Larrinaga, de Bilbao. El 17 de agosto de 1915, cuando navegaba por el canal de San Jorge, entre Gales e Irlanda, un submarino alemán hizo hasta tres disparos de intimidación, ante lo cual pararon máquinas, mientras el navío alemán se acercaba a su costado. El segundo oficial del barco español pasó en un bote hasta el submarino con toda la documentación del mercante, que transportaba mineral de hierro, flete considerado contrabando de guerra, desde Bilbao a Cardiff. Una vez examinada la documentación y retirado el oficial, el submarino alemán ordenó por telegrafía que abandonaran el barco. Poco después, el "Isidoro" fue hundido por varios disparos del submarino. El anterior solía ser el protocolo habitual con el que los barcos de guerra actuaban sobre los mercantes.

Pero pocos días después, en la madrugada del 19 de agosto de 1915, fue a pique el "Peña Castillo", de 1.718 toneladas, de la matrícula de Santander y propiedad de la Compañía Santanderina de Navegación, con un saldo de 21 muertos. Los supervivientes fueron recogidos por un transporte de guerra inglés, que los desembarcó en Manchester. El "Peña Castillo" navegaba con rumbo a Glasgow y transportaba mineral de hierro que había embarcado en Santander. Se habló de una mina, pero otros opinaron que había sido hundido por un submarino alemán sin previo aviso. El "Isidoro" y el "Peña Castillo" fueron los primeros de una lista de buques mercantes españoles hundidos durante la contienda. En 1916, la cifra de barcos hundidos fue de 16; y al año siguiente, 1917, alcanzó ya los 30, y 28 en 1918, último año de la guerra.

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