En su alegato final, el fiscal jefe de la Audiencia de Pontevedra recordó que la sanción por daños a la víctima debía ser más elevada porque en el último parte de lesiones se habla de unos trastornos físicos y psicológicos que generan unas secuelas permanentes. Aladro recordó que el trastorno por estrés postraumático impide que la víctima "pueda estar sentada en una mesa sin temblar y sin dejar de mirar para atrás".

Además, los daños producidos en la lengua (le falta un trozo) hacen que la víctima tenga dificultad para deglutir. Además, Mónica sufre secuelas en una mano con u nervio afectado y tiene una tirantez en el cuello por la lesión que le produjo el cuchillo. Por todo ello, la mujer tiene reconocida una incapacidad para trabajar en su puesto habitual.

Por otro lado, durante la primera parte de la vista de ayer, los compañeros de trabajo de ambos que testificaron reconocieron que habían escuchado la frase "si no es para mí, no es para nadie" referida a Fariñas, aunque en corrillos y "no de su propia boca. Asimismo, todos coincidieron en que el acusado no había asumido la ruptura y tuvo intentos de autolesionarse. Por último, los testigos coincidieron en calificar a Fariñas como "un obsesionado y mentiroso", mientras que un testificante lo definió como "fantasioso".

Junto a la pena de casi 19 años, Aladro pidió una orden de alejamiento de no menos de 500 metros del acusado con respecto a la víctima o a cualquier miembro de su familia y que a Mónica F.F. le sea comunicado con anterioridad cualquier medida penitenciaria relacionada con Fariñas.