La máxima pena por asesinar brutalmente a su mujer. El fiscal de Violencia de Género, Julián Pardinas, pide que se condene a Aniceto Rodríguez Caneiro, de 77 años de edad, a 39 años de prisión por el asesinato de su esposa, Isabel Fuentes, de 66, a la que presuntamente acuchilló en la habitación del hospital de Ourense cuando se recuperaba de las gravísimas lesiones que había sufrido un mes antes también supuestamente a manos de su marido en el domicilio familiar de Pazos, Verín.

Aprovechando que estaba tumbada en el sofá viendo la tele y posiblemente dormida, le asestó tres martillazos en la cabeza que la dejaron en coma. Acto seguido simuló un robo en la vivienda y corrió a avisar a su vecino. La Guardia Civil mantuvo desde el principio las sospechas de que aquel presunto allanamiento ocultaba un caso de violencia de género pero la juez de Verín que instruyó el caso en el primer momento mantuvo el robo como principal línea de investigación y no dictó medidas cautelares de protección para la víctima.

Durante las cinco semanas siguientes a la brutal agresión, Aniceto visitó a su esposa en el CHUO sin ningún tipo de vigilancia y se turnaba con su hija y su yerno para hacer compañía a su mujer. Cuando ella empezó a mostrar signos de recuperación, presuntamente la acuchilló y después intentó suicidarse con la misma arma. Los daños autoinfligidos le provocaron un ictus pero el fiscal considera que dichas lesiones "no afectan a su capacidad de comprensión".

El representante del Ministerio Público presentó ayer el escrito de calificación. Resta que ahora hagan lo propio las acusaciones particulares que representan a la familia de Isabel Fuentes y al Sergas. A partir de entonces serán citados los testigos y señalada la fecha del juicio. El acusado se encuentra en prisión y sin fianza.

El relato que realiza el fiscal en su escrito de acusación es estremecedor. El primer intento de acabar con la vida de su mujer sitúa al acusado en el domicilio de Pazos, Verín, el 1 de abril de 2015. Habían contraído matrimonio en segundas nupcias años atrás pero no habían tenido hijos. Pasaron la tarde en casa de unos vecinos y a las 21 horas regresaron a la suya. Esa noche, a una hora no concretada, el procesado aprovechó que Isabel "se había dormido viendo la televisión, como era su costumbre, con la cabeza apoyada sobre el brazo izquierdo del sofá". Se acercó a ella y "prevaliéndose de su situación de indefensión, la golpeó reiteradamente con el martillo, con ánimo de acabar con su vida". La mujer presentaba tres heridas en la cabeza "todas de pronóstico grave".

En la firme creencia, prosigue el fiscal, de que ya había acabado con la vida de su esposa, Aniceto Rodríguez, presuntamente modificó el escenario para "aparentar que habían sido víctimas de un robo". Después se lavó las manos, se puso una bata de flores de su mujer, manchada de sangre, y corrió a casa de sus vecinos pidiendo auxilio y gritando: "Mataron a Isabel".

Tras recibir los primeros auxilios médicos en el propio domicilio, la víctima fue trasladada de urgencia al CHUO, donde fue operada e ingresada en cuidados intensivos. Estuvo en coma un tiempo pero poco a poco se fue recuperando.

El día 8 de mayo, entre las 5.00 y las 6.00 horas, y aprovechando que tanto Isabel como su compañera de habitación estaban dormidas, Aniceto, que había sido carnicero, se valió de un cuchillo de cocina de 17 centímetros de hoja para presuntamente rematar lo que había iniciado cinco semanas antes. "Levantó su camisón y le asestó dos puñaladas", una que no llega a penetrar en el tórax y otra que sí lo hace, con varios trayectos certeros que le ocasionaron el desgarro cardíaco y, con ello la muerte.

A continuación, el procesado se infligió a sí mismo diversas puñaladas en el abdomen, brazo izquierdo y cuello, a consecuencia de las cuales se produjo una hemiplejía e ictus secundario con un importante infarto cerebral.