El jurado popular encargado de decidir sobre la inocencia o culpabilidad del matrimonio de Pontedeume acusado de matar a un joven de 17 años que se introdujo en su casa de madrugada ha decidido por unanimidad que la pareja es culpable de un delito de homicidio -penado entre 10 y 12 años de prisión- aunque le aplica las eximentes de "legítima defensa" y "miedo insuperable", por lo que su veredicto fue de "libre absolución".

Con esta resolución, la pareja se libra no solo de la pena de cárcel sino también del posible pago de una indemnización a la familia del menor. No están de acuerdo las acusaciones particulares con este veredicto por lo que, a falta de que la familia lo confirme, será recurrido ante el Tribunal Superior. Los representantes legales de los afectados tienen diez días para interponer este recurso y creen que, en caso de que haya que "llegar al Supremo, a Madrid", la resolución del caso podrá demorarse un año, según explicó ayer el letrado que representa a las hermanas del joven, Jorge Vázquez.

El letrado criticó a la Fiscalía, ya que considera que "actuó de abogado defensor, más incluso que el propio abogado (José Luis Gutiérrez Aranguren) pagado por la familia" y calificó esta defensa "insólita" y nunca antes vivida en sus "18 años de profesión". "Luchar contra eso es imposible", zanjó. Vázquez considera "complicado" que el recurso en el Superior prospere teniendo en la mano un veredicto de libre absolución acordado por unanimidad y la "losa" de la Fiscalía aunque se ha mostrado convencido de que la familia querrá presentarlo para "resarcir la memoria del fallecido".

El abogado de la defensa, José Luis Gutiérrez Aranguren, explicó ayer, tras la lectura del veredicto, que "se había hecho justicia" porque sus clientes son "dos buenas personas" que se vieron envueltas en unos hechos que les han llevado a recibir tratamiento psiquiátrico desde que se produjeron.

Y es que el matrimonio sorprendió al joven de 17 años en su vivienda, el 10 de julio de 2011. Era de madrugada y la mujer, que estaba durmiendo, se dio cuenta de que alguien estaba en su casa, entonces, según el relato que se considera probado, su marido se levantó, sin las gafas, y forcejeó con el menor. Su mujer le pasó un cuchillo y el joven se metió en una habitación y, a través de la puerta, el hombre asestó varios golpes con el cuchillo. Seis de ellos le causaron lesiones leves, pero la séptima fue mortal. El muchacho, ya malherido, saltó por una ventana y murió metros más allá de la casa, junto a un muro.

El matrimonio llamó entonces a su yerno, que es guardia civil, y baldeó la sangre que el menor había dejado en el exterior de la casa, un acto que, según Gutiérrez Aranguren, no se realizó en un afán de eliminar pruebas, aunque la acusación así lo entendió. El matrimonio no llamó a emergencias para alertar de que habían herido al intruso que habían hallado en su vivienda. La omisión del deber de auxilio, sin embargo, no era una cuestión sobre la que el jurado tenía que deliberar.