Jornada tensa y sobrecogedora en el juicio contra Jaime Giménez Arbe, "El Solitario". Los padres de los dos guardias civiles asesinados en Castejón, Juan Antonio Palmero Benítez y José Antonio Vidal, declararon ante el tribunal navarro para testimoniar su dolor.

La madre del primero de los agentes, visiblemente afectada, se encaró con Giménez Arbe y le preguntó si había dado a su hijo la oportunidad de hablar antes de morir, y se giró con intención de agredirle. "El Solitario" fue protegido por los agentes de la Policía Foral, mientras María Benítez pedía "dejarme que me desahogue, dejarme que lo vea".

Giménez Arbe, sorprendido, se giró y le replicó "no tengo nada que ver con la muerte de su hijo, señora". Entonces la madre del agente asesinado le llamó "mentiroso" y le insultó Rafael Palmero, padre del mismo guardia civil, aseguró ante el tribunal que la muerte de su hijo hace cuatro años en la localidad navarra de Castejón "a nosotros nos ha destrozado la vida".

Aseveró que él y su esposa siguen "para delante" en la vida porque "tenemos cuatro hijos más", aunque ha afirmado que, desde el día del asesinato, su mujer es "una persona muerta andante". Acto seguido, fue Caños Santos, la novia de Palmero, que explicó que la pareja tenía planes de boda y que, incluso, se habían comparado un piso en Estepona (Málaga). "Tras su muerte tuve una depresión durante dos años, ahora estoy trabajando, pero mi vida ha cambiado por completo, yo era muy risueña y ahora apenas se me ve la sonrisa. Para mí era mi marido", añadió.

Tras ellos, comenzó la declaración de los familiares del otro guardia civil asesinado, José Antonio Vidal, cuyo padre, Marciano Vidal, recordó que el joven "quería dedicarse por completo a la Guardia Civil y estaba estudiando todo el día". El tribunal también tomó declaración a la madre de "El Solitario", Soledad Arbe Illanes, quien, a través de una videoconferencia se acogió a su derecho de no declarar.

El forense que realizó la autopsia a los cadáveres, Rafael Teijeira, señaló que en sus 22 años de experiencia en este tipo de homicidios, estos dos casos han sido los que más lesiones presentaban. De hecho, indicó que Palmero tenía 22 tiros "que afectan a zonas vitales" y que le causaron la muerte, mientras que Vidal tenía 14 lesiones en la zona de la cabeza, cuello y tórax.

El perito del Instituto Armado que realizó la inspección ocular tras el asesinato explicó que ambos agentes tenían sus armas en las fundas puesto que no tuvieron tiempo de cogerlas cuando el agresor les disparó y que la persona que lo hizo actuó "con intención de matar, de forma fría y calculadora".

Además, los agentes que también intervinieron en el juicio consideraron que el asesino era un "experto tirador" ya que todos los disparos que efectuó impactaron a la altura de los agentes y no en la zona de las ruedas.