Visto para sentencia. El juicio por homicidio imprudente por el desplome del muro de piedra de una finca que mató y sepultó en su coche al redondelano Diego Carnero en 2003 concluyó ayer después de que fiscal y abogados expusiesen sus informes finales. El ministerio público mantuvo su acusación contra todos los imputados -incluidos el ciclista Marcos Serrano y su padre Alfredo, propietarios de la finca- y concluyó que el muro se concibió como una obra faraónica que se construyó "mal" y hasta "límites desproporcionados", ya que llegó a alcanzar "los diez o once metros".

La fiscal repaso uno por uno la responsabilidad de cada imputado y, en referencia a los Serrano, concretó que actuaron como "promotores y contratistas". "Aún a sabiendas de que existía un proyecto con una altura determinada, ordenaron un muro con dimensiones faraónicas; Alfredo era conocedor de la peligrosidad", dijo en su informe final. A su juicio, todos los acusados contribuyeron a que se produjera "el peor de los resultados".

Mientras, el abogado de la acusación particular modificó su escrito para retirar la acusación por homicidio imprudente contra el aparejador municipal Estévez Lamas, aunque le mantuvo la de denegación de auxilio. Igual que la fiscal, destacó las deficiencias constructivas del muro y señaló que poco antes del accidente ya mostraba un "abombamiento" que evidenciaba que podría derrumbarse.