Los agresores machistas con control telemático crecen un 30% en Galicia y ya son 271

La cifra crece porque se ha mejorado la cobertura de estos dispositivos y son más discretos y fáciles de utilizar

Protesta en Vigo contra la violencia machista. |   // J. LORES

Protesta en Vigo contra la violencia machista. | // J. LORES / belén teiga

Belén Teiga

En el año 2009 España comenzaba a instaurar sistemas de control para proteger a las víctimas de violencia de género de sus agresores. Esos dispositivos telemáticos tenían, y tienen, múltiples objetivos. No solo sirven para evitar y alertar ante un posible quebrantamiento de las órdenes de alejamiento, sino también para hacer efectivo el derecho de la víctima a vivir en un entorno seguro y contribuir a su recuperación.

A cierre del mes de marzo, Galicia registraba 271 agresores con este tipo de dispositivo de vigilancia, frente a los 197 de hace un año, lo que supone un 27% más. Esto convierte a la comunidad en la sexta con mayor número de sistemas activos, solo detrás de Andalucía, Comunidad Valenciana, Comunidad de Madrid, Islas Canarias y Castilla La-Mancha. De ellos, 14 fueron instalados en marzo. La mayoría de los agresores residen en la provincia de A Coruña, con un total de 133 sistemas activos. Por su parte, en Lugo hay 59; en Pontevedra, 53; y en Ourense, 26.

En el conjunto estatal, los hombres con un dispositivo que controla su actividad ascienden a 4.810, lo que se traduce en un incremento de 37,7% en los últimos doce meses. Este incremento se debe no se debe necesariamente a un aumento de la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres, sino a un incremento en el número de dispositivos, recientemente actualizados.

Se trata, así las cosas, de un sistema efectivo y es que según el Ministerio de Igualdad ninguna mujer protegida por este sistema, que alerta cuando el hombre se acerca, ha sido asesinada por su pareja o expareja en España.

Mejoras en los dispositivos

Precisamente al inicio de este año, el Ministerio de Igualdad anunciaba la modernización de la tecnología de control para vigilar a los agresores. El propósito de las nuevas pulseras, ya en funcionamiento, es superar los fallos de cobertura y falsas alarmas del anterior sistema; también ampliar el número de dispositivos disponibles y la tipología de víctimas a las que se quiere proteger, entre ellas las víctimas de violencia sexual.

Hasta este momento, los dispositivos funcionaban a través de radiofrecuencias y estaban emparejados que la víctima debía llevar consigo en todo momento. Con la nueva tecnología, esos aparatos han sido sustituidos por teléfonos inteligentes que combinan wifi y GPS y son más discretos y fáciles de utilizar.

Con todo, son pocos los agresores que portan este tipo de dispositivos de control si se tiene en cuenta el número de casos activos que registra en Sistema de seguimiento integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén) en la comunidad. A finales del pasado mes, Galicia contaba con 4.988 casos activos por violencia de género, es decir, aquellos que son objeto de seguimiento policial. Cabe resaltar, eso sí, que el número de víctimas puede ser ligeramente inferior, al poder haber más de un caso por cada mujer.

En 1.731 de estos casos no se aprecia un riesgo actual para la víctima. La mayoría, 2.345, suponen un riesgo leve; 837, bajo; y 75, alto. No hay activo ningún caso de riesgo extremo.

Así las cosas, VioGén ha proporcionado protección a 38.818 mujeres en la comunidad durante los 16 años que lleva en funcionamiento. En el conjunto de España, esta cifra asciende a 697.551.

Menores a cargo

Las estadísticas que el Ministerio del Interior proporciona mensualmente sobre el funcionamiento de este sistema apuntan, además, que cerca de la mitad de las mujeres protegidas por VioGén en la comunidad tienen algún menor de edad a su cargo. En concreto, son 2.255 los casos activos en los que las víctimas se encuentran en esta situación.

De estos, 92 son casos de menores en situación de riesgo, es decir, aquellos en los que se detecta una especial combinación de indicadores que apunta a que la violencia ejercida por el agresor sobre la víctima podría extenderse a otras personas cercanas a esta.