"Entre versos y Marsillach" convierte en actores por un día a las personas mayores de 65 años. En el caso de Vigo, a diez usuarios del Centro Sociocomunitario de O Calvario, que mañana subirán al teatro del Auditorio Municipal de Vigo (18.00 horas) para dar la réplica al gran actor en esta versión de "Una noche con los clásicos" que desarrollan Varela Producciones, la Compañía de Teatro Blanca Marsillach y la Obra Social "la Caixa" dentro de su programa de envejecimiento activo. Junto a ellos, la propia Blanca Marsillach y Begoña Mencía, y los versos de San Juan de la Cruz, Santa Teresa, el Arcipreste de Hita, Góngora y Quevedo, entre otros clásicos de la literatura.
-¿Qué es "Entre versos y Marsilllach?
-Es una versión de "Una noche con los clásicos", la obra que mi padre interpretó junto a Amparo Rivelles y María Jesús Valdés. Nosotros hemos recopilado las imágenes de Marsillach, que proyectamos en una gran pantalla, y damos la oportunidad a la gente mayor de que se conviertan en actores por un día y le den la réplica en un recorrido por el Siglo de Oro.
-¿Qué visión tiene la sociedad de las personas mayores?
-Creo que tendemos a ignorarlas. A medida que te vas haciendo mayor, vas desapareciendo. Y no podemos olvidarnos de la gente que va cumpliendo años y dejarla a un lado, sino que tenemos que darles el lugar que se merecen por todo lo que han hecho por nosotros.
-¿Qué es lo más difícil de dirigir a personas que no son actores?
-Pues es igual que pasa con los actores: superar los nervios, la inseguridad..., lo que pasa es que no tienen la técnica. Pero es muy bonito ver como superan esos nervios y luego es como el Nirvana.
-¿Cómo ayuda el teatro a la integración social?
-Al subir al escenario te conviertes en actor y al convertirte en actor te sientes protagonista, por lo tanto, te sientes querido y reconocido. Esta es la magia y el poder de transformación que tienen las tablas. En la casa donde vivió y murió mi padre hay una placa que recoge una frase suya: "No soy tan ingenuo como para pensar que el teatro puede cambiar la sociedad, pero estoy seguro de que puede ayudar a despertarla" y de esto se trata, de desencadenar unos sentimientos y de que salgan a flote. En el caso de las personas mayores, les muestra que son capaces de hacer cosas, porque lo que no puedes perder nunca es la ilusión.
-Este montaje también está concebido como un homenaje a Marsillach. ¿Qué puede decirme de él que no se haya dicho ya?
-No sé. Más bien que puedo no decir. Fundó la Compañía de Teatro Clásico y marcó un estilo de decir el verso, de ver a los clásicos desde otro punto de vista, de entender el verso y acercarlo al público en general. Se adelantó treinta años con el "Tartufo" y con Sócrates, modernizando y revolucionando el teatro, y poniendo como prioridad la libertad de expresión.
-¿El teatro necesita una nueva revolución para acercarse a la generación de la era digital?
-Desde luego. De hecho tenemos una versión de esta misma obra en la que jóvenes salen al escenario a rapear el verso porque la métrica del verso diapasón es la misma que tiene una base de rap. Se debería de hacer más hincapié en este tipo de cosas porque los clásicos hablan de cosas que no pueden estar más de actualidad: amor, celos, amistad, dinero, sexualidad, sexo, poder...
