"Vigo vivió en primera línea de guerra la I Guerra Mundial". Así lo aseguró ayer José Ramón Cabanelas, miembro numerario del Instituto de Estudios Vigueses y autor del libro que esta entidad publicará en el mes de noviembre coincidiendo con el primer centenario del fin de la I Guerra Mundial (28 de julio de 1914-11 de noviembre de 1918), un conflicto bélico que se saldó con millones de fallecidos y que supuso el fin de la vieja Europa. "La I Guerra Mundial en Vigo", con el que el Instituto de Estudios Vigueses se suma a los actos conmemorativos que se están organizando en todo el mundo con motivo del cese de la considerada "la madre de las guerras", revela el impacto de la contienda bélica en Vigo, cuya población pasó "auténtica hambre".

"Vigo fue la ciudad de España que más sufrió la guerra", aseveró el invitado del Club FARO. Hambre, desempleo, escasez de productos básicos como la harina y el carbón, industrias paradas por carecer de materia prima y un puerto que cada año perdía más pasajeros y movimiento de mercancías. Estas fueron algunas de las consecuencias de la guerra en una de las ciudades de apenas 50.000 habitantes de un país neutral.

"El impacto del conflicto europeo salpicó a la ciudad incluso antes de que Gran Bretaña declarase la guerra a Alemania, ya que los exportadores de la ciudad recibieron cablegramas advirtiéndoles de que no embarcasen nada para Alemania ante el peligro inminente de guerra", aseguró Cabanelas.

Alemania supo que Gran Bretaña le había declarado la guerra antes de que la declaración fuera oficial, cuando, tres días antes, los ingleses cortaron el cable germano Vigo-Edem a la altura del Canal de la Mancha. Para paliar la falta de señal, los alemanes erigieron en el Castro una estación de radiotelegrafía. Casi al mismo tiempo, el buque cablero "Stephan", a las órdenes de Berlín, declaraba quedarse atrapado en la ría de Vigo. "El de Vigo fue el puerto de la península donde más buques de las potencias centrales se quedaron refugiados. Un total de once, lo que supuso un gran número de reservistas en Vigo", explicó el miembro del Instituto de Estudios Vigueses.

Y mientras en Europa se libraba la batalla en las trincheras, en Vigo los espías luchaban por entorpecer las comunicaciones y los planes del otro bando. La razón de que Vigo se convirtiese en un nido de espías era las importantes colonias de alemanes e ingleses asentadas en la ciudad desde el siglo XIX, cuando las empresas de telégrafo Eastern Telegraph Company Ltd. (el "Cable Inglés") y Deustch Atlantische Telegraphengesellchaft (el "Cable Alemán") eligieron Vigo. Personas que hasta entonces habían trabajado codo con codo -las dos empresas compartían oficina en el centro de la ciudad- se habían convertido en enemigas y esto acrecentó la tensión social, ya agitada por las carencias.

Por esta misma línea submarina del cable fue la que Estados Unidos entró en guerra en 1917. "Toda la información de los aliados que salía al exterior pasaba por Vigo", afirmó el ponente, autor también de Vía-Vigo. El cable inglés y alemán", también editado por el Instituto de Estudios Vigueses.

Cabanelas aseguró que la I Guerra Mundial frenó el desarrollo que estaba experimentando la ciudad, desplomando la producción de su industria y el tráfico portuario. "La contienda fue muy negativa para la industria local, especialmente los tres primeros meses", afirmó. Y aunque algunas empresas se beneficiaron de la contienda, como los astilleros, Cabanelas opina que de no haber estallado la guerra, la industria viguesa se hubiese desarrollado aún más y habrían sido más las empresas que hubieran prosperado.

En este sentido, recordó que muchas otras sufrieron el desabastecimiento de materia prima, como fueron los casos de la Metalúrgica y la Artística, que muchas veces se encontraron sin hojalata, que importaban de Gran Bretaña, para continuar produciendo las latas de conserva. La pesca de bajura también se resintió, ya que salía muy caro sacar un barco a la mar debido al encarecimiento del carbón.

Al mismo tiempo, el puerto de Vigo, que era el de mayor tráfico de pasajeros de España, languidecía Los trasatlánticos dejaron de atracar en Vigo por miedo a los submarinos que infectaban el canal y porque muchas compañías alemanas tampoco podían hacer escala en Vigo porque no podían navegar por el canal. Según Cabanelas, de los 291.000 pasajeros que se registraron el año anterior a la guerra se pasó a 17.700 en 1918.