En el planeta monárquico, la atmósfera está saturada de símbolos. Cada cosa y lugar tienen su porqué y jerarquía, de tal manera que lo que se ve explica lo que se dice pero, sobre todo, lo que se deja sin decir. Tras recibir el Toisón de Oro de manos de su padre, Leonor de Borbón se fotografió ayer en el Palacio Real de Madrid con un grupo de niños de su generación, uno por comunidad autónoma, además de dos de Ceuta y Melilla. Fue una imagen para enviar al futuro: así se criaba la España de Leonor. En el centro de la foto, evidente, estaban la Princesa de Asturias y su hermana Sofía. A su derecha, por vinculación histórica y de título, el niño representante de Asturias. Y a la izquierda habían situado a la escolar catalana. Explicación: la heredera de la Corona también es princesa de Girona. Pero también se puede leer: Cataluña está en el centro de la corona de España.

Cataluña está en todas partes estos días. Porque ayer, el primer acto público protagonizado por la princesa de Asturias tuvo que rivalizar en las pantallas de la actualidad matinal con la última aventura de Carles Puigdemont, que tenía a los informativos esperándolo en la frontera y en el Parlament por si aparecía. Mientras, en Madrid la monarquía borbónica daba otro paso de su lento procés sucesorio

para prolongar en este siglo una presencia ya centenaria en España, aunque con sonadas y sangrientas interrupciones.

En el mismo Salón de las Columnas del Palacio Real donde Juan Carlos I abdicaba en 2014 en la persona de su hijo Felipe VI se celebró la entrega del Toisón de Oro a la heredera de la corona. Otro simbolismo: el Toisón, la más alta distinción que concede la monarquía española, lo recibió Felipe de Borbón con 13 años de manos de Juan Carlos I, que a su vez lo recibió nada más nacer de su abuelo Alfonso XIII, entonces en el exilio. Así que ayer, el día en que Felipe VI cumplía 50 años, continuaba el traspaso de esta insignia que representa un vellocino de oro, creada en el año 1430 e inspirada en el mito de Jasón y los Argonautas.

Pese a tantas capas de historia, altos cargos del Estado y significación institucional que había superpuestas en ese hermoso salón, el acto resultó hasta candoroso. La reina Letizia, de rojo, parecía especialmente contenta. La infanta Sofía, de salmón, es pura vitalidad contenida y Leonor, una princesa vestida de azul que no puede ser más princesa, demostró precisión en la reverencias y los besos a toda su familia -abuelos paternos y maternos presentes y la tía Elena de Borbón también- y lució una sonrisa de 12 años felices pese a la tromba de responsabilidades que ayer le echaron encima. Si lo que se valora de esa familia es la profesionalidad, Leonor la demostró de sobra.

Porque el discurso del Rey -en el que se atisbaron trazas de emoción cuando se refirió a su abuelo Don Juan, anterior titular de la distinción que recibió Leonor, y cuando se dirigía a su primogénita- resultó un auténtico manual práctico de cómo Leonor habrá de ingeniársela para sostener la monarquía en España. "Porque este Toisón que te acabo de entregar -y que sé que recibes con alegría y consciente de su importancia-, aparece en tu escudo de armas como un símbolo que te recordará las exigencias que impone ser la princesa heredera".

Fueron tres párrafos con las instrucciones para armar una monarquía, pero también los principios que cualquier padre suscribiría para sus descendientes. Felipe VI interpretó ayer ese doble papel. Hubo principios fundamentales, pero también muchas caricias a la pequeña debutante. "Recibir este Toisón implica para ti unas responsabilidades especiales, que habrás de asumir inspirada por los valores e ideales más profundos; valores que deberás albergar y fortalecer día a día en tu corazón. Porque tus acciones -todas- deberán guiarse por el mayor sentido de la dignidad y la ejemplaridad, por la honestidad y la integridad, por la capacidad de renuncia y de sacrificio, por el permanente espíritu de superación, y por tu entrega sin reservas a tu país y a tu pueblo".

Felipe le dijo a su hija que deberá "respetar a los demás, sus ideas y creencias", amar la cultura, las artes y las ciencias, "pues ellas nos dan la mejor dimensión humana para ser mejores y ayudar a progresar a nuestra sociedad". Y algo más que, por el oficio que Leonor estrenaba ayer, no puede exigírsele al resto de niños de su edad: "Te guiarás permanentemente por la Constitución, cumpliéndola y observándola; servirás a España con humildad y consciente de tu posición institucional; y harás tuyas todas las preocupaciones y las alegrías, todos los anhelos y los sentimientos de los españoles".

Los deberes no eran pocos para sólo 12 años, así que, a renglón seguido, habló el padre y le dijo que tendrá apoyos "de muchas personas que quieren lo mejor para España, para la Corona y para ti". Y la familia, le dijo, siempre estará ahí. "Especialmente tu madre y también Sofía, que estarán contigo apoyándote; también tus abuelos; y por supuesto yo, tu padre, que sabes que confío en ti plenamente y que me siento enormemente orgulloso de haberte entregado esta mañana el Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro".

Para acceder al Salón de las Columnas, se pasa antes por otra amplia estancia donde está colgado el monumental retrato que Antonio López pintó a lo largo de veinte años de la familia real, cuando ésta estaba encabezada por Juan Carlos I, Sofía de Grecia era la Reina, había dos infantas y un príncipe. Con el paso del tiempo, uno de los personajes del lienzo ha desaparecido del encuadre de la vida real por mor del caso Noos. Cristina de Borbón ayer tampoco estuvo presente en el acto familiar. Felipe de Borbón sabe lo que pesa un Toisón de Oro.