"Nunca había pasado tanto miedo e impotencia". Ese sentimiento y el agotamiento definen cómo se siente el vigués Gonzalo López, afincado en Madrid, tras cerca de 23 horas para completar su viaje entre la ciudad olívica y la capital, cerca de 17 de ellas atrapado en la AP-6 por el temporal de nieve.

Cuenta para FARO cómo a las 13.00 horas del día de Reyes iniciaba su regreso de las vacaciones de Navidad con su mujer, ya que quería "hacer el trayecto de día para evitar problemas". A las 18.00 horas entraba en la AP-6 y en el kilómetro 80 el tráfico se detenía. Ahí comenzó todo. "Cuando entramos en la vía simplemente vimos un cartel de precaución con la velocidad, pero nada más", y sin embargo se quedaron atrapados por la nieve durante cerca de 17 horas "sin ningún tipo de información oficial, poníamos la radio y simplemente sabíamos lo que en ella contaban otros conductores en las mismas situaciones".

"Nosotros y el resto de personas atrapadas pasamos miedo, mucho miedo e impotencia", explica. "Había gente mayor y familias con niños, que eran los que peor lo pasaban". Las horas transcurrían y aumentaba la incertidumbre. "Para muchos era casi final de viaje y no llevaban los depósitos llenos, algunos tampoco llevaban ni comida ni bebida". Además, "la estación de servicio más cercana no funcionaba porque se había ido la luz".

La noche fue complicada: "La propia adrenalina te impedía dormir, no sabíamos cuánto tiempo podíamos pasar allí. Si se acababa el combustible te quedabas sin calefacción y ¿cómo saldrías de allí?".

"Hasta que llegó la UME no tuvimos ni información ni ayuda", apunta. "Tan solo vimos a un coche de la Guardia Civil que trataba de abrir paso al quitanieves pero que casi queda también atrapado", añade Gonzalo López, que agradece a los militares su su "inmenso trabajo" durante la noche y la mañana.

Una vez más la solidaridad volvió a emerger en los momentos más complicados. "La gente compartía la comida y el agua y ayudaba a mantener la calma". De hecho "fue asombroso cómo se mantuvo la templanza pese al miedo", comenta.

Pasado el mediodía, Gonzalo López y su mujer llegaban a su destino, Madrid, después de haber superado uno de los días más complicados de sus vidas.