Su primera travesía a nado fue de la playa de Montalvo (Sanxenxo) a Ons. En la segunda, alcanzó Samil desde las Cíes. Cuando completó la tercera, Chano Rodríguez se ganó el respeto de los marineros. Fueron 15 horas de lucha, entre Ons y el Náutico de Vigo. "Creo que me reconocen porque saben que la Costa de la Vela es dura hasta para atravesarla en barco. Cuando paso por el Náutico, es raro el día que no me para un navegante y me dice: 'es increíble, Chano, cómo ibas".

Antes de salir, la Guardia Civil le avisó de que el mar estaba picado e iba a empeorar. Hizo tan mal tiempo que los barcos de salvamento no se podían acercar a él, y el helicóptero estuvo 20 minutos encima de su cabeza. Chano había llegado a un acuerdo con la televisión gallega para retransmitir 2 o 3 píldoras en directo, al final fueron muchísimas más. Ese día jugaba el Celta, así que compartieron la pantalla.

Su cuarta y última travesía (verano de 2009), apadrinada por el triatleta Gómez Noya, duró 25 horas. Fue un día especialmente frío, con fuertes vientos y corrientes. "No tenía los medios para escogerlo, y si se ha podido organizar es porque me han echado una mano amigos y miembros del servicio médico del Comité Paralímpico Español. No es solamente tirarse a nadar, sino contratar médicos, barcos, fisioterapeuta? Nosotros elegimos una fecha y cuando llegue hay que salir sí o sí".

El Atlántico no tiene mucho que ver con el mediterráneo, el frío es el primer hándicap. El neopreno tampoco es de gran ayuda a partir las 4 horas, cuando quemas grasas, bajas de peso, el traje se afloja y entra agua. Nuestro propio cuerpo genera calor y la calienta, pero entra y sale, así que no sirve de nada. Chano encogía el hombro al dar las brazadas para intentar que no entrara más agua. Pero era inevitable.

Atravesar el estrecho de Rande fue lo más complicado, porque las corrientes se hacen fuertes al estrecharse la ría. Pasarlo le llevó más de hora y media. Lo intentó por el centroy por el lado de Vigo. Al final tuvo que dar marcha atrás y acometer su embestida por la zona del Morrazo, porque daba dos brazadas y retrocedía cuatro. "Hay que buscar cómo avanzar, que de cada dos brazadas al menos una cuente y te lleve hacia adelante. En una travesía tan larga siempre te va a tocar nadar en contra de la corriente, porque las mareas cambian cada 6 horas, y son 200.000 litros de agua en movimiento", recuerda el nadador. Las últimas horas de su travesía fueron contra la energía del mar, con las suyas casi agotadas. Rozó la hipotermia.

Cuando al fin salió del agua, después de 25 horas, el cansancio y el frío le inflamaron las amígdalas; y se desmayó en el coche camino al Hospital. Allí,el médico de urgencias se asustó tanto que tuvo que llamarle por teléfono Josefina Espejo, doctora del Comité Paralímpico, para tranquilizarle. Los valores de un deportista no son los mismos que los de una persona normal. "Cuando me ausculta un médico no especializado, empieza a buscar el corazón y no lo encuentra. Mis pulsaciones en reposo son mucho más bajas del estándar", asegura Chano. Aun así, el médico vio conveniente que pasase un par de días internado, debido al estado de su riñón: había tragado muchos litros de agua salada.

Pero la prueba no fue lo más difícil, defiende el deportista, sino su entrenamiento, esa parte invisible, nadar en solitario durante 8 horas en el lago pontevedrés. de Verducido. Sobre sus carreras de velocidad, le dicen a veces ¡50 metros no es nada!, y responde que para hacer esos 50 tuvo que atravesar miles.

En su preparación, nadó por la ría arrastrando una Zodiac con dos tripulantes, que habían atado un cabo a su pie. Así aumentaba la resistencia del agua, y capacitaba a sus músculos para enfrentar las corrientes. "Cada vez que pasábamos al lado de otro barco, sus tripulantes flipaban y chillaban", rememora.

"Cuando preparo estas travesías cojo peso, mi sobrino me dice que soy como una foca. Pero es necesario engordar para poder afrontar con éxito travesías en las que pierdes 6 kilos", reconoce Chano.

En la piscina compite contra otros deportistas, aquí contra mí mismo. "Si el hombre no se planteara retos, aún seguiríamos en las cavernas. El ser humano es así. El objetivo de inicio de todas mis travesías parte del desafío personal, y va más allá. Siempre he tenido el apoyo de la ciudad de Vigo. Salgo a las 5 de la mañana para entrenar y aún así encuentro siempre a alguien que me anima. Esa gente anónima, ese apoyo de todos los días, no podía verme nadar, así que surgió la idea de las travesías por la ría".

El nadador multimedallista defiende que"muchos me dicen por qué no nado por sitios más mediáticos, como el Amazonas. Pero es que mi objetivo es precisamente estar con la gente. Para mí es muy importante cómo se llenó Samil cuando llegué a la playa, y que todos vean lo que consiguió un señor mayor (tenía ya 51 años), en silla de ruedas, y se planteen objetivos más altos en sus vidas".

Justo eso es lo que ha intentado plantear en institutos y colegios, donde ha impartido varios ciclos de charlas. Los jóvenes le preguntan y él les contesta que en la vida hace falta sacrificio. "Inteligentes somos todos, pero la constancia es lo que marca la diferencia. Intento que lleven este tipo de retos a su vida diaria, el objetivo principal es demostrar a la gente de Vigo que a pesar de las dificultades todo es posible, que me vean nadar y disfruten conmigo".

Ahora le toca convencer a sus amigos y familiares, así como a su federación, para una última travesía, la más exigente de todas, de Sálvora a Vigo. "Ellos están en contra, porque ya me han visto sufrir, aunque yo les digo que estoy preparado".

Chano está trabajando con 'Anónimo Consulting' para buscar patrocinadores e incluso poder aplazar la prueba si coincide un día difícil, con mucho viento del sur. Si ya fue complicado de Ons a Vigo, ahora hay que incluir Sálvora, y el deportista habrá cumplido 60 años.

Pero no le asusta el reto. Luis Piña le entrena para las travesías, le tratan los fisios Suso y Kiko Santomé, y Castor Maciel prepara las rutas. Estos días, Maciel navega por la zona, vigila las corrientes, e intenta decidir si nadarán por dentro o por fuera de la ría.