Niebla y lluvia fina acompañaron ayer los trabajos de rapa y desparasitación de caballos en Mougás, donde se celebró el tercero de los curros de la temporada del municipio pontevedrés de Santa María de Oia ante un público que no fue tan numeroso como otros años pero demostró ser fiel a esta tradición ancestral convertida ya en todo un espectáculo.

Los criadores, unos ochenta, pertenecientes a la Asociación de Gandeiros de Cabalos da Serra da Groba, trabajaron desde primera hora de la mañana, apoyados por familiares y allegados, en la búsqueda de las "burras". Más de 250 personas se diseminaron por el entorno para atraer a las "bestas" empleando la forma tradicional de cercado de los animales, en la que los participantes, a pie o a caballo, forman grandes círculos que van estrechando hasta localizar y acorralar a las reses.

GALERÍA | Caballos y 'aloitadores' miden sus fuerzas // R.Grobas

Se reunieron alrededor de medio millar de cabezas, una cifra que demuestra una notable recuperación de la cabaña en la zona, gravemente amenazada en los últimos años por el decreto equino de la Xunta y la obligatoriedad del microchip. Y es que el incremento del gasto que supusieron los cambios normativos provocó que muchos de los ganaderos vendieran sus reses en Portugal para criarlos en el monte o para su consumo como carne.

Sin embargo, el apego por una tradición que se transmite de padres a hijos desde hace generaciones ha permitido superar los malos tiempos y ayer volvió a demostrarse. A mediodía, con los caballos ya en el recinto del curro, llegó el momento de reponer fuerzas antes del trabajo duro, del espectacular duelo cuerpo a cuerpo de los "aloitadores" con los caballos, con una comida campestre que se prolongó hasta primera hora de la tarde.

En torno a las cinco, según lo previsto, se procedió al encierro de las reses en el círculo de piedra del que, como es costumbre, se separa a los potros nacidos durante el invierno de sus madres para someterlos al marcado a fuego y a la colocación del microchip. Luego llega el turno de los machos o "garañones", empeñados en competir por el liderazgo de la manada, y por último, se cortan las crines y se desparasita a las yeguas.

VIDEO | Los ganaderos completan el rústico ritual de belleza y sanitario // R.G.

Y así, poco a poco, los ganaderos fueron completando el rústico ritual sanitario y de belleza, volviendo a dejar en libertad a las "bestas" hasta el próximo año, en el que volverán a repetirse las mismas escenas, el mismo ambiente ecuestre que atrae a cientos de aficionados al caballo hasta la Serra da Groba.

En la zona, concretamente en Gondomar, quedan por celebrarse otros dos curros. El siguiente será en Morgadáns, el próximo domingo, y el último en San Cibrán (Donas), el 26 de junio.