"El hilo narrativo ilusorio y tendencioso fue especialmente virulento en los primeros años", aseguró Curty, que dividió en tres fases la información trasladada durante el periodo de la II Guerra Mundial en general en la prensa española. "Hay un momento que será definitivo para Franco y su obsesión africanista. Me refiero a la llamada Operación Torch, en 1942, en la que un ejército angloamericano desembarcó en las playas de Marruecos y Argelia con el fin de dar la puntilla al Afrika Korps de Rommel, ya en total retirada de Egipto tras su derrota en la segunda batalla de El Alamein", indicó.

Hasta el momento de los desembarcos Torch y la subsiguiente rendición en Túnez, la prensa del régimen había considerado a los aliados occidentales como enemigos del Eje, manifestando claramente su animadversión a los caducos regímenes parlamentarios y sus principales líderes, con especial dedicación a Churchill, "el belicista causante de la declaración de una guerra que Hitler nunca quiso", como era presentado. Pero el predominio aliado en el Mediterráneo, definitivamente consolidado en 1943, supuso el cambio de vientos informativos. Y es que, según estima Curty, Franco fue "prudente" y jugó a involucrarse en la guerra lo mínimo. Hasta entonces la Guerra Mundial era un conflicto único, con un bando bueno: el Eje Berlín-Roma -Tokio y sus marionetas, y un bando malo: los aliados occidentales, conformados en torno al pacto entre el Imperio Británico y los EE UU, y el enemigo del Este: la Unión soviética. Curty anota un "giro" en las informaciones a partir de 1943, que las hace más objetivas, salvo de las llegadas desde el frente soviético. Los aliados occidentales, y consecuentemente los frentes en que combaten sus tropas: Sicilia, Italia y posteriormente Normandía, recibirán un tratamiento informativo que rozará la imparcialidad.