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Una pionera investigación en ratones

Un Nobel perfila el camino para que los enfermos de alzhéimer rescaten su memoria

Un experimento con ratones liderado por Susuma Tonegawa aplica luz para estimular las neuronas - Asociaciones de familiares aplauden la investigación pero muestran cautela

Una paciente con alzhéimer trabaja en un centro de día.

Sonó aquella canción y él, que llevaba décadas sin querer bailar con su esposa, se levantó automáticamente de la silla desde donde mantenía la vista perdida desde hacía meses, se levantó y la sacó a bailar. Como si la cocina fuera una pista de baile. Los pies, torpes al caminar por la enfermedad de Alzhéimer se volvieron fieles al compás mientras duró la música. Otra paciente sorprendió en su ingreso hospitalario al responder con sus apellidos completos, tras ser reclamada por su nombre 'oficial', no el de pila. Ya no hablaba, ni conocía a sus familares. Ambas anécdotas, ocurridas a familiares de pacientes con alzhéimer, desvelan las lagunas de la pérdida de memoria en los afectados. Si los recuerdos de sucesos pasados se borran o si por el contrario permanecen y únicamente se vuelven inaccesibles sigue siendo un misterio. ¿Es o no irreversible el olvido?

Devolver la memoria a las personas que la han perdido como consecuencia del alzhéimer es un objetivo que hasta ahora se antojaba difícil. Pero según una investigación publicada en Nature y capitaneado por el Nobel en Medicina japonés Susumu Tonegawa, podría estar cercana su solución. Los resultados de las investigaciones sugieren que, al menos en las primeras etapas del alzhéimer, los recuerdos no han desaparecido de los cerebros de los afectados. Están ahí y el proceso es reversible.

El artículo publicado ayer concluye que el rescate selectivo de dichas células puede conducir a una estrategia eficaz para el tratamiento de la pérdida de memoria en las primeras etapas de alzhéimer, según el tándem científico de Tomás J. Ryan y Susumu Tonegawa.

Lo que ocurre en el cerebro cuando olvidamos es una cuestión que la neurociencia tenía pendiente. Y Susumu Tonegawa decidió poner algo de luz. Lo de poner luz es literal, porque la técnica empleada -denominada optogenética- permite activar y desactivar a voluntad mediante luz grupos de neuronas, en este caso, las que "guardan" un recuerdo. La técnica inserta mediante virus, genes de algas sensibles a la luz en los cerebros de los ratones. El equipo ha logrado demostrar que al menos en roedores, los recuerdos no desaparecen sino que permanecen "dormidos". Y lo que es más importante han hallado la llave para recuperarlos.

Entre los hándicap de la técnica está que requiere abrir el cráneo, por lo que jamás se ha empleado en seres humanos. La optogenética, muy invasiva, no está autorizada para su uso en pacientes, aunque barajan que en el futuro se podría intentar utilizar alguna variante de la estimulación cerebral profunda para lograr esos resultados.

El científico gallego experto en alzhéimer, Antón Álvarez, explica que en el trabajo está centrado en la corteza entorrinal y el hipocampo, las primeras zonas afectadas en la patología y han identificado las neuronas afectadas, para estimularlas con luz. "Es el gran avance, que abre la posibilidad a administrar -al igual que un contraste en una resonancia- una luz. "Han encontrado una cerradura por donde poder acceder al recuerdo", asegura Álvarez y también aprender de nuevo. Ante lo experimental de la técnica, la Asociación de familiares de enfermos "AFAGA" en Galicia aplaude la investigación pero llama a la "cautela". "Sabemos que se hacen estudios internacionales con el objetivo de la detección precoz de alzhéimer, pero la mayoría de los ensayos clínicos, incluso de fármacos, que se han probado en animales, fracasaron al ser testados en humanos", asegura el presidente Juan Carlos Rodríguez. "Tenemos claro que la investigación es el camino a seguir, pero también que el cerebro humano es realmente complejo", advierte. Rodríguez alude al hecho de que la pérdida de recuerdos es uno -y el más visible- de los síntomas de la enfermedad, pero la patología implica mucho más en cuanto a la conducta de los afectados. "Queremos transmitir cautleda porque detrás de cada enfermo de alzhéimer hay una familia que se ve ilusionada ante un descubrimiento y luego, decepcionada".

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