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Rodrigo Cortés: "La retranca gallega, esa mala leche lúcida, lo ha sido todo para mí"

En su segundo libro, "Dormir es de patos", busca "enfrentar al lector a una frase que anule, durante un segundo, sus automatismos"

Rodrigo Cortés, con el pato de su libro. // Xavi Olmos

Rodrigo Cortés (Pazos Hermos, Ourense, 1973) impacta donde se lo proponga: la gran pantalla, las redes sociales o el papel tradicional. El cineasta regresa a la literatura con un original libro: "Dormir es de patos" (Editorial Delirio). Tras la novela "Sí importa el modo en el que un hombre se hunde", en la que basó el guión de "El Concursante", su ópera prima, recopila ahora en este libro algunas de sus memorables breverías, agudas, mordaces, engañosamente ligeras, socarronas, divertidas y siempre inteligentes. El joven director ourensano que cautivó al mundo con la historia de un hombre metido en una caja en "Buried" y conquistó Hollywood con "Luces rojas", prepara nuevos proyectos cinematográficos para el mercado internacional.

-"Contra el insomnio, la amnesia", dice en su nuevo libro. ¿Consigue llevarlo a cabo o es de los que se llevan los problemas a la cama?

-Duermo poco, pero no por insomnio: simplemente, me acuesto tarde y me levanto pronto. No me llevo los problemas a la cama, aunque a veces se vienen conmigo.

-¿Qué busca "Dormir es de patos"?

-Enfrentar al lector a una frase que anule, durante un segundo, sus automatismos y le haga dar una vuelta a la manzana. Si además se ríe, es que algo ha hecho 'clic' de la forma correcta.

-¿La retranca gallega le ha ayudado en la elaboración de estos aforismos?

-Lo ha sido todo. Esa mala leche lúcida, ese humor de apertura retardada, ese flujo envenenado de ida y vuelta que se esconde detrás de un aparente encogimiento de hombros...

-Estas ideas, ¿se leen mejor en la rapidez de la red o funcionan también en el papel?

-El papel las asienta y solidifica, les da un lugar menos fungible que permite una reflexión pausada. Su lugar natural es el papel. Twitter es el campo de pruebas, la libreta de notas previa...

-¿Llega mejor una idea condensada, como sucede en sus aforismos, que desarrollada ampliamente?

-No necesariamente. Hay ideas complejas que rechazan su condensación y requieren un desarrollo elemental para explicarse a sí mismas. El aforismo, la pedrada, el apotegma, trabajan las resonancias, no la literalidad. Una brevería debe, como hace la poesía, codificar la información y empaquetar sus resonancias en una píldora que el lector absorba. Si todo va bien, el paquete se abrirá en su interior y será posible recuperar la información cifrada.

-¿Eso es también válido para un cortometraje?

-No, la función del cortometraje es narrativa, como la del largometraje; hay historias que requieren mayor o menor desarrollo, eso es todo. Un cortometraje es a un largo lo que un relato a una novela. Pero aquí hablamos de destellos. De monodosis. De balas.

-Se diría que la sociedad valora poco los cortometrajes y los relatos cortos?

-No sé muy bien qué es la sociedad, pero el lector los aprecia si llegan a sus manos; los inconvenientes son más bien de mercado: es más difícil, por razones naturales, empaquetar una colección de relatos heterogéneos -o una película de sketches- que comunicar la fortaleza de una única historia. Es más fácil ponerle un lazo a un romance contundente que transmitir las virtudes de doce relatos de estilo y tono diverso.

-¿Está trabajando en estos momentos en algún guión, o hay algún rodaje a la vista?

-Estoy trabajando en tres proyectos diferentes al tiempo, veremos qué tal sale todo. Dos son guiones propios; el otro, un guión desarrollado con otro guionista.

-¿Volverá a estar tras su cámara?

-Depende del proyecto que finalmente ruede, pero los tres se rodarían en inglés y para el mercado internacional. Veremos...

-¿Se percibe que estén mejorando las cosas a la hora de recibir financiación para una película y en cuanto a las subvenciones?

-No recuerdo ningún momento histórico en que nadie dijera que las cosas estaban "bien", y ni siquiera estoy seguro de que deban estarlo. Uno tiene la responsabilidad de encontrar el modo de hacer aquello en lo que de verdad cree. Culpar a la "situación", quejarse o, en general, responsabilizar a los demás de lo que nos sucede, se parece demasiado a ceder las riendas.

-Dígame una película de este año que acaba de terminar.

-Busquemos una reciente: "Langosta", del griego Yorgos Lanthimos, por ejemplo. Por su capacidad evocadora, por su rotundidad y belleza, por su falta de complejo, por ser alegórica pero también poliédrica, porque pide al espectador que haga él los deberes... También podría haber mencionado "Whiplash", "Foxcatcher", "Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia", "It follows", "Fuerza mayor", "Lo que hacemos en las sombras", "Straight Outta Compton", "El puente de espías" o "El año más violento".

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