Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernández Figueroa, empresario vigués de la noche en Brasil, se lleva 4 millones del Gordo

El empresario afincado en Brasil, Alejandro Fernández Figueroa, adquirió diez décimos del primer premio que le envió el dueño de la administración número 2 de Roquetas de Mar

El empresario vigués Alejandro Fernández Figueroa, en su casa de São Paulo (Brasil). // FdV

Su amigo José Martín no se creía cuando se enteró de que su administración, la número 2 de Roquetas de Mar, había repartido casi de manera íntegra el Gordo de la Lotería de Navidad. Y Alejandro Fernández Figueroa tampoco. Este empresario vigués de 74 años afincado en Brasil apenas podría explicárselo anoche cuando conversaba con FARO desde el aeropuerto de São Paulo, ciudad donde reside y posee buena parte de sus negocios, entre ellos, una de las mayores salas de fiestas y eventos del país, con capacidad para 3.000 personas: "Te digo que no me lo creo. Si hace un par de horas que estaba tranquilamente con mi familia a bordo de un crucero. Pero debo reconocer que tenía una corazonada", confesaba con un apreciable nerviosismo.

Todos los años prueba suerte en la lotería. Dice que sin fijarse mucho en los números y sin ninguna predilección por un lugar donde adquirir los boletos. Pero en esta ocasión fue diferente. Hace tiempo que Fernández Figueroa conoce a José Martín. Su amigo posee gimnasios en São Paulo, ciudad que ahora visita cada dos meses, desde que decidió jubilarse y abrir la administración de lotería que regó de millones la localidad almeriense. "En julio ya me dijo que tenía que comprarle unos décimos. Al principio pensé que estaba de coña con eso de que se había hecho lotero, pero tanto insistió que se los compré", rememora. En concreto fueron diez décimos del número 79.140 que le envió su amigo por Seur desde Roquetas de Mar.

Para demostrar su esperanza en que pudiera tocarle un premio, días antes del sorteo reveló a sus empleados: "¡Ojo! Que este año me parece que voy a tener premio". También lo manifestó a algunos de los numerosos amigos de Vigo, del grupo con los que suele reunirse precisamente por estas fechas para degustar la gastronomía de su tierra. "No sé por qué razón pero así lo sentía", apunta el fundador de la sala de fiestas Nova Olimpia, uno de los más florencientes negocios del Vigo de los años 70.

Tal vez por ese pálpito decidió introducir los números en la maleta que se llevó en el crucero que disfrutaba hasta ayer junto a su familia. "Me hice fotocopias de los décimos", concreta, sin darle importancia a su acertada previsión. El reloj de a bordo marcaba cerca de las diez en aguas próximas a San Salvador de Bahía cuando el canal español seleccionado en ese momento en el televisor de uno de los salones del buque no paraba de rotular el número agraciado con el Gordo. "Me sonaba el 79.140. No estaba seguro pero no paraba de darle vueltas", cuenta.

Tardó poco tiempo en confirmarlo. Por muy bien que le vayan sus empresas, que su emporio reúna cada noche a la flor y nata de la élite empresarial y del famoseo de São Paulo, aun disfrutando de una relajante travesía por el Atlántico, el patrón vigués no quiso perder ni un minuto más y subió a la habitación a cotejar los números. ¡Y bingo!, o mejor dicho, ¡Gordo! "No sé cuánto dinero es. ¿Cuatro millones de euros? Sí, creo que sí son cuatro. Eso me dijeron", exclamaba rabioso de felicidad.

Mientras conversaba con este periódico Alejandro Fernández Figueroa se dirigía en taxi desde el aeropuerto hasta la megalópolis. Espera reecontrarse pronto con su familia en el crucero, pero lo prioritario ayer era poner los décimos originales a buen recaudo. "Normal. Tengo que depositarlos en un lugar seguro hasta que vuelva a España", revela.

Antes de regresar a su ciudad natal pretende concluir su travesía de placer: "Este año no he cogido ningunas vacaciones porque hubo mucho trabajo", justifica. Será entonces cuando emprenda su viaje a Vigo, donde "como mínimo para celebrarlo me comeré un buen cocido". Con cuatro millones de euros a punto de entrarle en el bolsillo, suena a un capricho más que modesto. Claro que Figueroa parece acostumbrado a los golpes de suerte. "Hace 25 años también me tocó la lotería. Fueron 60 millones de las antiguas pesetas", revela. Normal que le resulte tan difícil creerse la fortuna que tiene. A cualquiera.

Compartir el artículo

stats