Raúl Nava Quesada, de 80 años, y Pilar Meana Labra, de 77, pasaron juntos la mayor parte de su vida, y juntos han querido irse al fallecer con apenas 24 horas de diferencia. El matrimonio, natural de la localidad asturiana de Cangas de Onís y con tres hijos, residía en una residencia geriátrica. Él, que falleció el domingo, padecía alzhéimer y desde hace 6 años estaba en una silla de ruedas; su esposa falleció el lunes de un paro cardíaco.
Raúl, que murió el domingo, trabajó durante décadas en la construcción y abrió con un socio un camping. Una de sus grandes aficiones, en su mocedad, fue el piragüismo. Además, otro de sus entretenimientos cuando disponía de tiempo era la práctica del fútbol.
Ayer, la iglesia parroquial de Santa María, en Cangas de Onís, se quedó pequeña para acoger a quienes quisieron dar su último adiós a ese ejemplar matrimonio al que el destino acabó "uniéndoles hasta la muerte".