Una abarrotada Iglesia de la Soledad acogió ayer por la tarde la despedida de centenares de familiares y amigos a Juan Ángel Regojo Otero, ingeniero y empresario, que falleció hace una semana a los 82 años en Nasáu, Bahamas.

Regojo se encontraba en la isla caribeña para asistir al sepelio de su suegra Graciela Bacardí, una familia a que se sentía muy unido pese al fallecimiento en 1998 de su esposa Ana Bacardí. Una treintena de integrantes de la familia propietaria de la famosa destilería vinieron esta vez a Galicia a despedirle. También se acercaron allegados de Fermoselle, el pueblo zamorano donde nació el industrial Regojo (padre del fallecido), y al que Juan Ángel seguía vinculado.

Durante el funeral, uno de los párrocos oficiantes -amigo personal del difunto- subrayó la "incredulidad" ante la desparición de Juan Ángel Regojo "lejos de su casa, aunque rodeado de muchos familiares". Pero reconforta saber "que fue para encontrarse con el Señor, junto a su esposa Ana", dijo.

El acto religioso solemnizó las constantes palabras estos días en favor de la dimensión humana del empresario textil. "El bien que hizo, sus desvelos por la familia y los amigos, su delicado amor a la Iglesia y su sensible generosidad con los desfavorecidos", destacó ayer el sacerdote Alberto Cuevas, aseguran que Juan Ángel Regojo "llegará al trono de Dios". "Se fue de nuestras manos, no de nuestro corazón", agregó otro de los oficiantes.

El funeral estuvo cargado de emoción contenida pero cayeron lágrimas con las palabras finales de una de sus nietas: "Humilde, callado, generoso, trabajador..." fueron algunos de los adjetivos que dedicó a su abuelo, de quien recordó que fundó hace más de una década las "Regojadas" (reuniones de la extensa familia repartida por diferentes puntos de la geografía española). "Tú me enseñaste que las cosas no vienen solas, que todo se consigue con esfuerzo y trabajo", añadió.

El funeral sirvió de despedida religiosa al difunto tras el entierro en el cementerio de Pereiró y por la mañana, la capilla ardiente en el pazo de los Regojo en Redondela.