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Apoyo psicológico y humor, claves para sobreponerse al ictus

Afectados señalan que la recuperación depende del grado de daño cerebral y la fuerza de voluntad de cada uno

Djibi Kane, Juan C. Martínez, Antonio Couñago, Paz Sánchez, Carmen Soto e Ignacio Martín (i-d). // A. Irago

"Cuando te da el ictus, sientes que tu vida se ha roto. Es como si tuvieras delante un papel roto y te preguntas por qué". El extaxista vigués Fernando Campos ofrecía ayer esta reflexión acompañado de otros seis compañeros con la misma dolencia. Sentados en una mesa, entre cafés y bizcocho, charlaban entre risas, incluso, sobre el antes y después con motivo del Día Mundial del Ictus, una dolencia que afecta cada año a unos 7.000 gallegos. Para Campos y sus amigos, hay varias claves para sobreponerse a la enfermedad: humor, apoyo psicológico, fuerza de voluntad para realizar ejercicios de recuperación y encontrar un centro especializado que oriente en el difícil camino.

Una de estas instituciones es Alento, Asociación de Dano Cerebral. Radicada en Vigo, atiende a 72 personas con daño cerebral provocado por ictus, traumatismos u otro tipo de causas. Los enfermos tienen claro que si no fuera por el personal del centro, su calidad de vida distaría mucho de lo que es en la actualidad.

Una de las personas atendidas en Alento es Carmen Soto, a quien el ictus la visitó en sueños. Recuerda que, tras el despertar en el hospital, "empecé a abrir la boca pero no hablaba". El accidente cerebrovascular le afectó al lado derecho. "Estuve un año en silla de ruedas. Yo -explicó con cierta dificultad pero con la mirada iluminada- veía a caras conocidas y". En este punto, sustituyó las palabras por un gesto en el que se encoge de hombros y baja la cabeza. "¿Te avergonzabas?", la interrumpió Ignacio Martín, desde el lado opuesto de la mesa. Carmen asintió y continuó: "Cuando empecé aquí, iba con bastón, ahora aquí no lo uso; me siento grande, liberada. Me veo bonita", añade con la cara alta y un rayo de felicidad. "Sí, soy feliz", confirmó.

La vergüenza que muchos pacientes sienten al salir a la calle fue refrendada también por Antonio Couñago, quien tenía 31 años cuando padeció el ictus:"No miraba a la gente a la cara, me escondía por vergüenza".

Ese sentimiento ha sido superado por los siete enfermos de la tertulia en Alento. La ayuda psicológica de terapeutas y los lazos de amistad creados en la asociación han sido claves. "Mi hija es psicóloga en Londres pero por muy psicóloga que sea, a mí, me hace más estar con mis compañeros", apunta Juan Carlos Martínez. El ilustrador jubilado explicaba que "el ictus me aumentó la sensibilidad que antes no tenía. Me ha influido mucho la gente con la que estoy aquí, gente a la que quiero y que me quiere. Se valora mucho el compañerismo".

Martínez llegó "abrumado" al centro pero esa nebulosa no le impidió a Carmen leer en su interior. "Ella se me acercó -recordó Juan Carlos Martínez- y me dijo: 'He tenido un ictus pero no he perdido la inteligencia. También sufro, también río por dentro, también lloro. Tengo los mismos sentimientos que tenía'". Al ilustrador -que ha vuelto a dibujar a pesar del accidente- esas palabras le impactaron y ayer, al ser repetidas, volvieron a multiplicar su poder entre los asistentes a la tertulia privada de Alento.

Tras un apretón de manos y un suspiro, un aleteo de alas de un ángel sirvió de ráfaga de intermedio en la conversación. "Él, ella -pronunció Ignacio Martín apuntando con la mano a dos personas de la mesa sin ictus- son felices; nosotros, no". Entre sus compañeros, no todos compartieron la opinión. "Lo que nos pasó, te ayuda a valorar la vida", reflexionó Fernando Campos. "Le digo a la gente que disfrute de todos los días porque no sabes cuándo vas a romper", aconsejó. No obstante, no supuso la frase la apertura completa al carpe diem. Todos dijeron "no a los excesos" y sí "al humor".

Como información, la Federación Española de Daño Cerebral recalca que "nadie está libre del ictus" y que es una de las principales causas de discapacidad entre adultos. Entre sus recomendaciones, pide estar alerta si se siente de repente pérdida de fuerza o sensibilidad en la mitad del cuerpo; pérdida total o parcial de la visión; dificultad para hablar o entender lo que te dicen; y dolor intenso en la cabeza, distinto al habitual. En estos casos, hay que avisar al 061 para informar de cómo se está. Como prevención, hay que realizar controles médicos periódicos de la tensión arterial y colesterol; evitar la obesidad, drogas y tabaco; limitar el alcohol y mantener una dieta equilibrada.

Carmen Soto - Paciente en Alento

"Tuve un ictus pero no perdí la inteligencia"

Fernando Campos - Persona que tuvo un ictus

"Lo que nos pasó te ayuda a valorar la vida"

Antonio Couñago - Afectado en Alento

"No miraba a la gente a la cara por vergüenza"

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