José Miguel Parra contó que "la tumba de Tutankamón fue robada dos veces", y que su descubridor, Howard Carter, encontró en ella un pañuelo con anillos de oro en su interior: se deduce que un ladrón de tumbas introdujo los anillos en el pañuelo y lo dejó caer cuando fue pillado in fraganti.

El historiador señaló que desde la II Dinastía las grandes mastabas ya contaban con sistemas de seguridad. Se sabe que uno de los ladrones bebió el vino del faraón sentado sobre su sarcófago, y consta la declaración de otro saqueador detallando el reparto del botín tras ser interrogado por la policía.