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GALLEGOS EN LA CIMA

"La sociedad alemana valora la investigación porque sabe que beneficia a su bienestar"

Dirige su propio grupo en el Instituto Max Planck de la Ciencia de la Luz, en Erlangen

David Nóvoa, ante el Instituto Max Planck de la Ciencia de la Luz.

Hace tiempo que está integrada en nuestro día a día cuando utilizamos una cámara fotográfica, subimos al coche o entramos en un quirófano, pero la fotónica todavía debe hacer grandes contribuciones al desarrollo de nuestra sociedad. De hecho, Europa la ha elegido como una de las 5 tecnologías clave de este siglo -invertirá casi 1.800 millones de euros hasta 2020- y la ONU ha declarado 2015 como el año internacional de la óptica. David Nóvoa (Ourense, 1983) trabaja en uno de los centros de referencia internacional, el Instituto Max Planck de la Ciencia de la Luz (MPL), en Erlangen. A bordo de este "buque insignia" de cuyos avances está pendiente el resto del mundo, dirige su propio grupo dentro de la división de Philip Russell, el investigador que desarrolló en los años 90 la fibra de cristal fotónico.

David realizó su tesis en el Laboratorio de Óptica del campus ourensano y compartió una estancia en Múnich con el grupo del físico catalán Ignacio Cirac, director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica y firme candidato al Nobel desde hace varios años. Tras doctorarse, trabajó durante algo más de un año en el Centro de Láseres Pulsados de Salamanca hasta que en 2012 le llegó la oferta de Erlangen y no dudó en realizar este "movimiento estratégico" en su carrera.

David señala la "apuesta clara" del país germano por el I+D que se traduce en financiación y celebra la oportunidad de generar conocimiento en primera línea. "Somos una referencia en fibra de cristal fotónico. El resto de grupos se fijan en lo que haces y esto conlleva una responsabilidad pero también es una experiencia muy atractiva. Y que Philip Russell confíe en mí para tener mi equipo es muy de valorar", agradece.

El centro se divide en cuatro divisiones de carácter multidisciplinar e integradas por unos 50 investigadores cada una. Solo en la suya suman hasta 15 nacionalidades: "Es una experiencia vital muy recomendable. Te abre muchísimo los ojos".

El físico ourensano trabaja en la generación de fuentes de luz láser con aplicaciones a escala nanométrica en biomedicina, ciencia de los materiales o ingeniería aeronáutica. "El MPL contribuye a ampliar las fronteras del conocimiento pero también se dedica a sus aplicaciones. En nuestro grupo desarrollamos nuevos tipos de fuente más eficientes o robustos que después llaman la atención de las empresas y también trabajamos con ellas en proyectos comunes desde el principio", explica. Multinacionales del sector aeroespacial o biomédico, centros de investigación y universidades de Alemania o EE UU figuran entre sus colaboradores habituales.

David no se considera parte de la fuga de cerebros, pero lamenta que nuestro país no aproveche su potencial humano: "Los mimbres están ahí, estamos compitiendo codo con codo con los mejores y somos una generación que se está formando fuera y que podría ser un buen punto de partida para cambiar el paradigma y contribuir al desarrollo. Invertir en nueva tecnología ha sido la manera de crecer de Alemania o EE UU y en momentos de crisis la financiación es mayor que nunca. Y la fotónica es claramente un campo por el que apostar. Lo dice Europa".

Sin embargo, los ingenieros y físicos españoles contribuyen a que sea la economía germana, que lidera la producción fotónica en Europa, la que crezca. "Venimos a aprender al mismo tiempo que producimos y se ahorran la formación, por lo que pueden ofrecernos condiciones mucho mejores. La demanda de profesionales altamente cualificados es real y el ámbito tecnológico está creciendo así que si tienes buena formación eres bienvenido. Son las reglas del juego", sostiene.

Las cotas de excelencia del sistema alemán también se basan en la exigencia: "Tienes que evoluciona r y reciclarte continuamente. Si no, el sistema no funcionaría. Lo de acomodarse en una plaza fija no existe".

La mentalidad a pie de calle también es otra. "Hay reconocimiento social hacia el investigador. Están orgullosos. Una gran parte de los impuestos se destinan al I+D pero están contentos porque saben que acabará beneficiando a su bienestar", destaca. También las empresas valoran que sus empleados sean doctores: "Se entiende el esfuerzo y el rigor comprendidos en ese hecho. Implica que tienes unas destrezas para salir adelante además de los conocimientos de tu área".

Por eso las industrias y centros de investigación se ubican en torno a universidades como la de Erlangen, una ciudad de 102.000 habitantes pero "cosmopolita" y una de las sedes de Siemens, que financia muchos proyectos de investigación: "Hay una intensa relación. Muchos estudiantes hacen sus tesis en el MPL o en las empresas y también los profesionales vienen al centro para realizar doctorados".

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