Ya lo decía el presidente del Consello da Cultura Galega, Ramón Villares, en este diario hace unas semanas. Las nuevas generaciones no van a hablar gallego por mucho que se le diga que lo hagan. El problema es mucho más profundo y las etiquetas, la politización de la lengua para emitir juicios de valor sobre quienes hablan gallego o español, tiran abajo cualquier deseo de avance o líneas de Política Lingüística. El último informe de A Mesa pola Normalización Lingüística ofrece algunas evidencias. Según esta asociación, solo once de los 289 centros de Infantil públicos y concertados de las siete ciudades gallegas disponen de material didáctico en gallego. Estos números trasladados a una tasa suponen solo el 3,8%.

Cabría pensar que el material didáctico no lo es todo. Podría ser, pero en la práctica no se demuestra ya que solo el 2,42% de estos centros de Educación Infantil asegura que imparte mayoritariamente las clases en gallego.

El porcentaje supone una disminución respecto a la encuesta del año anterior, cuando se había logrado el 3,19 %. Los números evidencian que el acelerador para rebajar la presencia del gallego en las aulas sigue al máximo.

Por si surgen dudas, más cifras que también echan por tierra el supuesto bilingüismo en la educación a temprana edad. Poco más del 4% de las escuelas infantiles reconoce impartir la mitad de las horas lectivas en gallego.

Del amplio porcentaje que se decanta mayoritariamente por el español, solo dos centros indican que la docencia en gallegos en sus clases llega al 33%, es decir a un tercio de las clases.

Un apunte interesante en este asunto lo aporta la propia Mesa pola Normalización Lingüística: "É rechamante que os propios centros se queixen de que malia as súas solicitudes a Xunta non fai nada por dotalos de material, o que para esta organización é indicativo da falta de interese da Administración galega por dotar os centros que usan o galego de ferramentas de traballo dignas".

Para el presidente de esta organización, Marcos Maceira, se está viviendo un "quinquenio negro para a lingua galega" con un "marcado desprezo".

En un mundo donde cada vez se mide más lo que se debe aprender o no por la rentabilidad económica en un futuro o réditos monetarios, se debería reflexionar si realmente es tan inútil como muchos creen el tener clases en gallego y aprender el idioma. Cada cabeza debe tomar su decisión.