La Orquesta Sinfónica Vigo 430 ofrece mañana, en el auditorio Martín Códax (20.30 horas), su primer concierto acompañada por un solista al piano. No lo hará con cualquiera, sino con el Premio Nacional de Música 2012 y uno de los mejores pianistas españoles del momento, que ha hecho un hueco en su apretada agenda para colaborar con un proyecto que considera "admirable". La visita también tiene para Javier Perianes un importante componente sentimental. "En Vigo comenzó todo", revela.

-¿Qué fue lo que empezó en Vigo?

-Aquí, con 17 años, gané el Concurso Permanente de Juventudes Musicales, que te daba opción a tocar con la orquesta de RTVE, con la Sinfónica de Sevilla y a una gira. El origen de mi carrera estuvo aquí. Me acuerdo perfectamente de subir la cuesta (Gran Vía) con mis padres, porque las pruebas eran en el Conservatorio. Hoy volví a hacer ese camino. Se me despertaron recuerdos preciosos. Vengo con ánimos.

-¿Cómo le convencieron para venir, con su apretada agenda?

-Llega un momento en la carrera de uno que tiene que echar una mano a proyectos que promocionan a la juventud. Además, Alejandro Garrido (director de la Vigo 430) es muy amigo mío. Él fue quien me embaucó, por el cariño y por el tipo de proyecto que hacen aquí con mucho entusiasmo. No necesitó más de 5 minutos. Estoy muy tranquilo, muy a gusto y con muchas ganas de tocar aquí.

-¿Qué le parece la Vigo 430?

-Cuando llegué al ensayo, me llamó la atención la base de jóvenes que tiene. Eso sí, trufado con gente de primerísimo nivel. Me he reencontrado, por ejemplo, con el oboe solista de la Sinfónica de la Radio de Frankfurt (José Luis García). Conozco pocos proyectos así. La Vigo 430, con lo poco que tiene, hace mucho y es de admirar.

-¿Qué significa el "Concierto para piano y orquesta No. 4" de Beethoven para usted?

-Siempre ha sido "mi concierto de Beethoven", y he tocado los cinco en repetidas ocasiones. Supone algo especial, primero, porque es el único en el que el piano empieza solo, en uno de esos momentos cumbres de la literatura pianística. Luego, es un concierto en el que está en todo momento el genial Beethoven improvisador, el más elevado. El concierto está en la frontera entre el clasicismo del tercero y el heroísmo del quinto.

-En el álbum que acaba de grabar, se ha centrado en Mendelssohn.

-Sí. Hace solo una semana estaba en Berlín grabándolo y, hace tres días, en Mánchester, ensayando este cuarto concierto, que el jueves también toco con la BBC Philharmonic. El disco saldrá en noviembre. Me lo decía un amigo pianista: "Mendelssohn, con esa aparente inocencia, que difícil y puñetero que es". Y efectivamente. Nos pegamos una paliza encerrados dos días y medio en el estudio. Es un compositor muy poco grabado en sus obras para piano solo y hace tiempo que me apetecía muchísimo.

-Es ya el séptimo disco con el sello Harmonia Mundi. No es algo muy habitual, ¿no?

-No. Tengo una relación muy fiel con ellos y ellos, conmigo. El próximo año hacemos un proyecto muy bonito, en torno a Turina y a Granados, con un cuarteto que tiene un vínculo muy especial con esta tierra, porque lleva el nombre de un célebre instrumentista gallego : el cuarteto Quiroga.

-¿El Premio Nacional de Música, en 2012, supuso un punto de inflexión en su carrera?

-Para mí, los premios no son puntos de inflexión, sino un gran momento para dar las gracias a las personas que forman parte de mi trayectoria profesional y vital y un acicate para seguir en la misma dirección. Que me dieran este premio con 33 años, me resultó un poco heavy. Cuando recibí la llamada, pensé que me estaban gastando una broma.

-¿Y no llaman más a su puerta?

-No me puedo quejar. Para la temporada que viene casi no tengo semanas libres y, para la siguiente, ya empieza a ser complicado encontrarlas. Tengo mucha actividad en EEUU, con debuts con orquestas como la Boston Symphony, y en otros sitios, con la London Philharmonic, por ejemplo. Estoy muy agradecido de poder desempeñar mi vocación con tantísimos proyectos apasionantes.

-¿Sueña con dar algún concierto en particular?

-Casi prefiero no soñar el siguiente paso. Si hace unos años me hubieran dicho que iba a tocar con la Vienna Philharmonic, me hubiera reído, y ahora lo voy a hacer. Siempre hay muchos desafíos por venir. Lo importante no es debutar con una buena orquesta, sino que quieran que vuelva. Afortunadamente, muchos de los sueños que podía tener de joven, están sucediendo de la manera más natural.