De pie, delante de Fantasía marinera de Urbano Lugrís, no queda otra opción que perderse en los detalles del cuadro, dejarse arrastrar por un viaje a través de las caracolas, las conchas, que muestra. Es como si el eco del mar se colase a través de la pintura. Es un cuadro dentro de un cuadro en el que, curiosamente, Lugrís firma dos veces. Ese minicuadro de motivos marinos mostrando un barco navegando bajo nubes de borrasca, vigilado por unos acantilados; unas conchas sobre una mesa y un barquito dentro de un cristal conforman un bodegón a la manera del poético pintor gallego que expone su razón de ser y su alma en él.

El óleo es una de las 35 obras de la exposición O bodegón oculto. A natureza morta na arte contemporánea galegaO bodegón oculto. A natureza morta na arte contemporánea galega que desde hoy puede verse en la sala de exposiciones del Centro Cultural de Novacaixagalicia. Cuadros, esculturas y fotografías componen una muestra formada por obras de las colecciones de la Fundación Novacaixagalicia y del Novagalicia Banco.

El artífice de la selección de las piezas ha sido el colaborador de FARO DE VIGO Carlos L. Bernárdez. Ayer, admiraba en la sala la selección, acompañado de la directora de Artes Plásticas de la Fundación, Paloma Vela, quien destacó "cómo el bodegón, la naturaleza muerta, fue también protagonista del arte gallego del siglo XX" y lo sigue siendo en estos inicios del XXI, aunque con otra dimensión, siendo el más antiguo un Souto de 1908 y el más reciente un Quintana Martelo de 2008.

Para mostrar ese camino, el crítico de arte Bernárdez ha elegido como punto de partida la pintura de 1908 de Alfredo Souto en la que se muestra con realismo un florero con rosas. Algunas están caídas, sucumben al paso del tiempo; entroncan con el mensaje de las clásicas vanitas que recuerdan que todo es vanidad y que todos algún día moriremos.

Bernárdez recuerda que "non sempre se fixo a natureza morta. Nace a finais do século XVI, principios do XVII. Na pintura occidental, ten unha historia moi concreta. A partir do século XIX, a evolución estilística da arte vai facer que o bodegón se utilice de maneira distinta. Antes, tiña un sentido alegórico e a veces empregábase de maneira decorativa".

Así, según este crítico, en una primera etapa, el bodegón se circunscribía a escenas de carácter doméstico. Pero otros artistas lo empezaron a usar para reafirmar aspectos distintos como fue el caso de Maside que usó objetos populares gallegos -un trozo de calabaza, un trozo de queso o pan- "dando un sentido identitario".

Con la adopción del cubismo, los pintores gallegos empiezan a transformar el bodegón. La modernidad transforma, descontextualiza el objeto y lo manipula para mostrarlo de una forma diferente. Tras décadas, se llega a las naturalezas muertas de Luis Vilariño (Premio Nacional de Fotografía) o al juego irónico y de reinterpretación de Warhol con Suso Fandiño.