-Dice que admiraba y había leído mucho sobre Dora Maar. Incluso le queda la espinita de no haberla conocido aunque se cruzaban por las calles de París. ¿Qué tenía esta mujer para que la eligiese para su novela?

-Por lo inmensa artista que fue y que sigue siendo porque su obra está ahí. Lo primero que me sedujo fue la obra porque una vez que vi sus fotos hubo una especie de atracción que me obligó a investigar quién hizo eso. A partir de ahí me interesé por su relación con Picasso, de la que ya se había escrito. Él siempre había reconocido que ella era la mujer que más le había impresionado intelectualmente porque tenía unas cualidades tremendas, como artista y como pensadora.

-¿En qué momento supo que ella protagonizaría su novela?

-No fue sencillo. Dora es una mujer muy adusta, muy retraída, entonces por momentos se me hacía antipática, pero como me gustaba tanto su obra empecé a fijarme cuando la veía por las calles en cómo iba vestida, cómo andaba... Pero no me imaginaba que iba a escribir esa novela. Fue cuando vi la gran exposición que se hizo de Dora y Picasso en París. Ahí estaban los dibujos que él pintó con sangre de ella, también cuadernos, fotografías, objetos...

-¿Y qué ha aprendido de ella tras poner el punto y final?

-Un montón de cosas. Aprendí primero que la soledad es buena, que no hay que huir de la soledad. Es el momento en el que uno reafirma muchas cosas, en momentos de soledad es cuando uno siente todavía más lo que ha hecho como artista, como escritor... yo creo que ella lo sintió y no quería que se hablara de ella, decía que los escritores son traicioneros. Por eso traté de ser muy respetuosa y no traicionarla.

-Vive en París, en Le Marais, rodeada de artistas. ¿Por qué esa pasión por el arte?

-Porque yo pinto también. No soy pintora de profesión, pero tengo pasión por la pintura, tengo muchos amigos artistas y eso me ha mantenido muy fiel al arte. No solo a grandes artistas que exponen sino a otros que son menos visibles. Son momentos de gran alegría cuando te pones delante de un cuadro.

-Conoció a Azorín por la librería de la calle Reina de La Habana. ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del escritor y qué obra le impresionó más?

-La primera obra fue "Los pueblos". Luego fue la trilogía y "El escritor". Con el tiempo fui buscando su obra sobre cine. He leído bastante de él y lo que más me impresionó fue la naturalidad de escribir lo que ve y siente, y al mismo tiempo reflexionando. Eso es muy difícil hoy en día porque hay mucha autocensura. Y luego la gran cultura, el gran coraje que tuvo la Generación del 98.

-Aunque es cubana, ha vivido en España, ahora en París. ¿Qué imagen global tiene del panorama literario y cultural en un momento como éste?

-Yo tengo la esperanza de que siempre hay algún escritor que debe estar escribiendo y algún pintor que esta creando. Las ideas siempre estarán ahí, el problema es que la cultura se ha convertido en un gran negocio y si no estás ahí es poco probable que puedas exponer o editar. Hay pintores que creo que sus obras deberían estar en grandes museos pero desgraciadamente no es así si no tienes una ideología y no eres de la banda política de los que mandan en tal feria del libro y del arte. Eso es muy desastroso porque entonces vamos a ver siempre lo mismo. No veremos obras de arte sino obras políticas.

-Pero eso pasa también en literatura. Uno de los alicantinos finalistas decía que sabía que no iba a ganar el Premio Azorín porque no tenía agente ni una editorial detrás. Pero usted misma ha ganado muchos premios, como el Fernando Lara, el Ciudad de Torrevieja, ha sido finalista a Planeta y ahora éste.

-Bueno yo tampoco pensaba que iba a ganar. Me he presentado al Azorín dos veces más. Una vez fui finalista y otra vez ni siquiera llegue a la final. Pero no podemos ensuciar un premio o un libro por eso. Yo pasé por esa situación y lo que hay que hacer es seguir insistiendo. Al premio de poesía de Torrevieja mandé cuatro veces, al Loewe dos veces... Yo tengo una libreta de concursos y los voy anotando.

-El mundo atraviesa una crisis global y se ha perdido la confianza en la política. ¿Qué opinión le merece esta situación?

-Cuando oyes a estos políticos hablar, cuando dicen una frase, te preguntas por qué los han elegido porque en muchos casos son los seres más brutos que he oído en mi vida. Hay honrosas excepciones y eso se agradece. Pero ellos han sido elegidos para también ser mecenas del arte, para ayudar a la cultura, porque la cultura es lo más importante de un país no la política. Los políticos pasarán pero los grandes artistas no, siempre permanecerán. Ellos son nuestros empleados y les sobrepagamos lo que no merecen cobrar y además nos aplastan.

-¿Cómo está Cuba ahora y cómo le gustaría verla?

-Pues igual. No hay transición ninguna. ¿Transición con dos Castros, dos hermanos con la misma política? Además siguen los muertos. Con una dictadura no hay suposición, lo que hay son asesinatos. Cuando hay un crimen la dictadura es la primera culpable. Así era en Chile. ¿Por qué no va a serlo en Cuba? ¿Porque es de izquierdas? No, eso no es de izquierdas. Ellos negocian con quien sea, como el pacto con España por lo de Carromero. Lo que me gustaría es ver un país libre y democrático, como lo merecen todos los países.