El máximo responsable de los trasplantes en España, el madrileño Rafael Matesanz, asegura que privatizar el sistema nacional de donaciones sería un "grave atentado", aunque asegura que sería más que difícil, ya que el engranaje depende de la solidaridad de los españoles, "que siguen siendo generosos a pesar de la crisis".

-¿Cuál es la clave de España para ser la referencia mundial?

-La clave es la coordinación. Todo tiene que funcionar al milímetro y en un tiempo muy breve. Por esa razón, todo lo que sea difundir el mensaje entre profesionales resulta muy positivo.

-¿Y el próximo reto?

-La sostenibilidad del sistema. Pese a los momentos difíciles, debemos mantener el sistema en cantidad y calidad. Y hasta la fecha lo estamos consiguiendo, ya que en 2011 se logró el récord en trasplantes y en el pasado año prácticamente se igualó la cifra. Se ha conseguido mantener el buen ritmo, seguir a la cabeza del mundo después de 21 años. España ha demostrado que su sistema funciona y que el español sigue siendo generoso a pesar de la crisis. Otro reto es buscar alternativas, ya que el donante por muerte cerebral cada vez es más escaso (menos accidentes de tráfico, laborales, menor mortalidad por hemorragias cerebrales...). Con este descenso, tenemos que buscar alternativas como la donación en parada cardiaca o entre vivos. Son métodos a potenciar.

-¿Cuál es el perfil del donante?

-El antiguo perfil de una persona joven, que moría por un traumatismo craneoencefálico (un motorista que fallecía de un accidente de tráfico, por ejemplo), ya es historia. Ahora, el perfil del donante corresponde a una persona mayor de 60 años, que fallece por un problema cardiovascular. La tendencia es tener donantes mayores para receptores mayores.

-¿Y el perfil del no donante?

-Es muy difícil que done gente procedente de Asia (China, India...) o de países islámicos, por una cuestión religiosa. Pero incluso esta barrera se está salvando. Los problemas culturales no son insalvables. En algunas zonas de España se ha integrado en la donación a las personas no nacidas en España. Alicante, por ejemplo, ha sido pionera en el desarrollo de programas de mediación intercultural que han dado un resultado más que prometedor.

-¿Por qué no se pueden conocer el receptor y la familia del donante?

-Por ley y por sentido común. La ley, eso sí, no es un principio universal, ya que hay países como EE UU donde se conocen. Yo he tenido ocasión de ver cómo se conocían ambas partes y al principio genera ilusión, pero luego se crean relaciones viciadas, como visitas periódicas o frases como "mi hijo vive en ti". No cometen un delito por conocerse, pero desde mi experiencia, recomiendo que no se conozcan. Puede convertirse en una pesadilla.

-¿Teme que se privatice también el sistema de trasplantes?

-Creo que no está en la agenda. Es la única parte de la medicina que solo se puede hacer gracias a la solidaridad de la población. Los trasplantes solo son posibles porque alguien dona sus órganos. Nuestro sistema de trasplantes es incompatible con la idea de la privatización. Si se rompen los principios de sistema público, universal y basado en esa solidaridad, el mecanismo se caería. No sería compatible, es imposible. Sería otra cosa, pero no nuestro sistema de trasplantes. Privatizar las donaciones sería un atentado grave a la esencia de nuestro sistema.

-¿Cómo ve las crecientes protestas en defensa de la sanidad pública?

-Como ciudadano puedo tener mis opiniones, pero como responsable ministerial no parece correcto que me pronuncie.

-¿Y la fuga de cerebros, con la huida de jóvenes cualificados?

-En su día, tuve la ocasión de asistir al mismo fenómeno, pero a la inversa, cuando Argentina sufrió el corralito. Lo que se trata es que nos podamos recuperar, porque la marcha de la gente mejor formada es un drama.