Una de las frases más repetidas de la conferencia de José Enrique Ruiz-Domènec fue que "lo que fue malo para Europa, fue bueno para la música". Así, tras el fracaso del proyecto de Federico II de Prusia, un monarca ilustrado llamado "el rey músico", Prusia se convierte en un territorio duro y autoritario, y surgen extraordinarias tensiones en Europa que desembocarán en la Revolución Francesa. Ese periodo de tensión, entre 1760 y el 14 de julio de 1789, coincide casi exactamente con la vida de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), quien -según Ruiz-Domènec- explica en su ópera "Don Giovanni" dichas tensiones. "Mozart no es explicable sin la tensión de aquellos años", subrayó el historiador. "Había ocurrido la Guerra de los Siete Años, un conflicto mundial. Las óperas de Mozart contienen la conciencia de la necesidad de una regeneración social".

Música y religión

Durante el coloquio, Ruiz-Domènec se refirió a la figura de los castrati -surgidos para evitar el divismo de los cantantes- y a la música surgida en la época del Concilio de Trento (1545-1563). El historiador recordó que la música del Renacimiento "es muy compleja, sofisticada y difícil de entender". En ese contexto, el madrigal "busca un camino hacia un mundo de sentimientos y emociones, y fue muy bien acogido en ambientes protestantes". La Iglesia Católica llega a plantearse suprimir la música, pero Palestrina logró convencer al Papado de que la música no era incompatible con las exigencias de la Contrarreforma. Más tarde Mozart, que no era católico, compuso una misa solemne y un réquiem.