Siete meses después del descubrimiento de una nueva partícula fundamental en el Gran Acelerador de Partículas (LHC), el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) anuncia que esta compleja maquinaria permanecerá apagada desde ayer y durante al menos dos años para un arduo mantenimiento técnico.

Fue el experimento del LHC el que ofreció al mundo el último gran avance en la comprensión del origen de la materia al detectar, con una precisión del 99,9 por ciento, la partícula conocida como "Bosón de Higgs", la última pieza que faltaba en la teoría que sustenta la física moderna y explica la existencia de todo lo que nos rodea. La "partícula de Higgs" (llamada así por Peter Higgs, quien la postuló) es la que hace posible la unión de los átomos, el principio del cual parte la existencia del universo mismo.

Los trabajos de mantenimiento consistirán, entre otros complejos procedimientos, en volver a efectuar las interconexiones entre los imanes del LHC para que, cuando sea encendido nuevamente en 2015, pueda funcionar a una energía de colisión de 14 TeV (teraelectronvoltios).

A ese nivel de energía -con respecto a los 8 TeV que se habían alcanzado últimamente-, el experimento será capaz de confirmar con certeza científica que la nueva partícula corresponde a la de Higgs.

Asimismo, abriría la puerta a nuevos hallazgos sobre las partículas elementales y la llamada "materia oscura", que se cree constituye alrededor del 84 por ciento del universo.

El paso previo a la puesta fuera de servicio del LHC se produjo ayer cuando un equipo del Centro de Control del CERN extrajo los haces del anillo del acelerador, localizado en un túnel de 27 kilómetros de circunferencia construido a entre 50 y 175 metros de profundidad en la frontera entre Suiza y Francia.