"Cuando dices 'es mi mujer' aún te miran como un bicho raro", aseguran las gallegas Guillermina Domínguez y Estela Lama, que se casaron en octubre de 2005 a causa de un única cuestión: "el enamoramiento". Fueron el primer matrimonio de lesbianas en Galicia y después de quince años de relación Guillermina asegura: "Hoy estoy orgullosísima. No solo de mi condición sexual, sino de haberme casado. Podríamos no haberlo hecho, pero dar luz a esa ley ha sido importante".

Ayer, el matrimonió vivió el pronunciamiento del Constitucional con felicidad. "No solo para nosotras y nuestros amigos y amigas, sino por toda la sociedad. No es una cuestión individual. Me siento feliz porque la sociedad está creciendo hacia donde debe ir", aseguró Domínguez. Ambas se mostraron contrarias a que se significase el matrimonio homosexual con otra palabra, porque sería como estigmatizarlo.

Aún se hace raro vivir la homosexualidad en un pueblo como Vedra, a cinco kilómetros de Santiago, reconoce Domínguez, "pero siento más respeto aquí de la gente que en plena ciudad". Su orientación sexual le ha causado consecuencias "tácitas, no explícitas, hasta como profesional", denuncia. Con tres hijas de una relación anterior, que hoy tienen 32, 31 y 23 años, esta historiadora de las mujeres decidió separarse de su marido. "Ellas [por sus hijas] se han educado en el mensaje de que la diferencia no es ni mala ni buena, solo diferente". "También comprendo que es difícil, no le puedo pedir a nadie que acepte una situación extraordinaria", razona. "Mi madre con 82 años que no lo entendió al principio, luego aprendió a respetarlo, por amor. Con más razón tiene que aceptarlo la sociedad". La ONU ha identificado hasta 21 tipos de familia distintas, recuerda esta mujer de 59 años, "así que cada vez que estos me dicen que lo mío no es familia me están insultando".

Con respecto a las ventajas que puede reportarles ser un matrimonio acorde a la ley, están cuestiones como testamentos, herencias y responsabilidades cuando falla la salud, reflexionan.