La película "Pretty woman" sigue arrasando en cada reestreno televisivo. El mito de Cenicienta con las caras eternamente jóvenes de Julia Roberts y Richard Gere. La muchacha pobre pero honrada que conoce al príncipe azul y acaban comiendo perdices después de sufrir mucho. Se coge la historia y se salpimienta con "Nueve semanas y media": un amante matador, chulo hasta decir plasta, con mucho dinero en el banco y que se las sabe todas en asuntos sexuales para volver loca a una mujer con déficit en su cama corriente. Ay, aquí la historia acaba mal y el malote de Mickey Rourke se queda solo porque no sabe manejar el lenguaje de los sentimientos.

Conclusión: mezclar en un bol el cuento de Cenicienta y el mito de Pigmalión como amante multilingüe que "educa" a una mujer en terrenos carnales no es una novedad, y, de hecho, las librerías están cargadas hasta los topes de papel mojado por las lágrimas y el deseo, con mujeres desvalidas que conocen a hombres misteriosos y fascinantes que las hacen arder como cerillas con sólo mirarlas. ¿Acaso "Las edades de Lulú", que puso en órbita a Almudena Grandes, no seguía los mismos derroteros de chica inocente y hombre perturbador? ¿No era "La pasión turca" de Antonio Gala una historia de mujer insatisfecha y amante exótico? ¿Por qué, entonces, se publica un libro como "Cincuenta sombras de Grey" (más sus dos continuaciones) y arrasa en ventas en todo el mundo con un público mayoritariamente femenino, y mujeres que no son lectoras habituales se hacen con él, e internet se llena de foros y blogs sobre el asunto y se debate con ardor sobre qué actores serían los indicados para encarnar a los protagonistas? (¡Robert Pattinson y Kristen Stewart, no, por favor!) ¿Por qué una obra literariamente rudimentaria se convierte en un fenómeno social y lanza a las editoriales competidoras a buscar autores que repitan el éxito con fórmulas gemelas y portadas y mensajes similares?

"Cincuenta sombras de Grey" (Grijalbo), de la inglesa E. L. James, no se apea de la lista de libros vendidos en Estados Unidos, marca registros históricos en Reino Unido y en España se vende como rosquillas. Muchas lectoras se lo recomiendan entre ellas (o lo recomiendan a sus parejas para que aprendan) o lo comparten sin cortarse ni un pelo. Cincuenta millones de ejemplares, y subiendo. Se ha bautizado esta moda de forma harto simplista como "porno para mamás", pero las cosas no son tan facilonas de explicar.

Ahora que la crisis y el avance del e-book come terreno al papel, un éxito de ventas así es como un chaparrón en el desierto que obliga a los editores a mimar un género tan poco prestigioso, pero que deja mucha pasta como es la novela romántica, aliñada con sexo, mucho sexo. No es de extrañar, pues, que los escaparates se hayan convertido en el campo de batalla de historias parecidas con portadas semejantes. Ahí está, por ejemplo, Espasa con "No te escondo nada", de Sylvia Day, que lanza un reto en su portada con el señuelo de Grey: "Si quieres más, éste es tu libro". Y lo cierto es que las ventas están respondiendo en el mercado anglosajón.

Los expertos en marketing coinciden en que uno de los puntos fuertes de la imaginativa y poderosa campaña de lanzamiento de Grey (se invirtió mucho dinero en ella, no fue fruto del azar) fue el acierto de su sobria y metafórica portada: nada de torsos masculinos desnudos y mujeres semidesnudas en actitud anhelante. Un simple nudo de corbata. Si te ven con ella en el autobús, y con ese título enigmático hasta que descubres su significado, nadie pensará que tienes entre las manos una novela de alto voltaje sexual. No te escondo nada (mejor escrita, por cierto) cambia la corbata por unos gemelos, recurso que se repite en "Treinta noches con Olivia" (Esencia), de la burgalesa Noe Casado, que también sale ganadora en cuestión de estilo. Planeta tiene entre sus grandes bazas próximas un título que viene de triunfar en EE UU: "Indiscreción", de Charles Dubow. Un ejemplo (modosito) de lo que lleva dentro: "Esta vez no se resiste, no puede. Y entonces ella está sobre él, a horcajadas. Se saca el vestido por la cabeza, tirándolo descuidadamente en un rincón. Los puntos negros de sus pechos resaltan sobre su pálido cuerpo en el resplandor azul de la habitación. Sus brazos le rodean, su olor, la suavidad de su piel, su calidez".

Las andanzas de Grey, con sus toques de sofisticado sadomasoquismo entre el amo y la sumisa, han logrado, por la razón que sea, romper la burbuja de la novela rosa y llevarla a terrenos abiertamente eróticos (aunque de lenguaje que evita la obscenidad excesiva) contados desde el punto de vista de la mujer. Eliminada la etiqueta vergonzante, y recurriendo a una imagen elegante y atípica que la alejara del estereotipo rosáceo, Grey empezó a ganar adeptas en masa y, contradiciendo el mensaje de "porno para mamás", interesó a la juventud.

Y el hombre clave en esa elección es Christian Grey, que es guapetón, jovencito y millonario. Ahí queda eso. Si fuera feo, de mediana edad y mileurista no tendría glamour, claro. Eso sí, pasó una mala infancia, pobrecito. Tiene un "cuarto rojo del dolor" repleto de fustas, látigos, esposas, cuerdas y demás cacharrería sexual. Y es que Grey lo tiene claro: "Yo no hago el amor, yo follo, y duro". Así que Anastasia Steele, la jovencita inexperta en cuestiones carnales (virgen, para más señas, a sus 21 años), penetrará en un mundo desconocido y adictivo. Algunos psicólogos recurren al tópico de que este tipo de novelas es la recreación en papel de muchas fantasías femeninas, entre ellas la sumisión a un amante con medios económicos suficientes para que fluya el glamour a borbotones. Detractores de la novela acusan a su autora de hacer una apología del maltrato, pero sus defensores lo rechazan porque no puede haberlo cuando en la pareja hay un consentimiento mutuo para cruzar líneas rojas. También se utiliza como argumento hostil contra la novela que plantee un lugar tan común como el deseo de la mujer de "redimir" a los hombres descarriados. Grey, que tiene helicópteros y avionetas para moverse a su antojo y le dice a su "sumisa" todo lo que tiene que hacer porque es un obseso del control, tiene cincuenta sombras en su pasado y "es un caballero oscuro", al que la protagonista quiere "llevar hasta la luz". Parece Crepúsculo, ¿eh? Pues ahí queríamos llegar.

El origen del éxito de Grey es anterior a la campaña que lo lanzó a la fama mundial. Su autora es fan de "Crepúsculo", y escribió una especie de versión alternativa (sin colmillos sedientos) que una editorial australiana imprimió bajo demanda y luego en e-book. Y como el anonimato de la red favorece la lectura de libros eróticos, Grey arrasó digitalmente. Nunca mejor dicho.

Lo que piensan de Grey las escritoras españolas

Ana García-Siñeriz: "Para mí está en que es un cruce entre las novelas rosas de toda la vida (con una Cenicienta en forma de estudiante inexperta y un Príncipe joven, millonario, guapo y... sadomasoquista - light - ...) y una novela guarra, pero poco. Y el hecho de que socialmente se considere aceptable leer una novela cuasi pornográfica (con tapas anodinas), avalada por la coartada de fenómeno editorial, es de lo más reconfortante para una legión de mujeres que pueden disfrutar de un "Pretty woman" porno sin sentirse culpables ni sentir vergüenza cuando sacan el libro del cesto de la playa. Es socially accepted soft porn. Y una gran idea de marketing".

Carmen Gómez Ojea: "Sólo puedo decirte que el éxito de esa trilogía, que no leí ni pienso, hace que me reafirme en mi convicción de que los más interesantes personajes masculinos de las novelas en cuanto a que enamoran locamente a las lectoras y con los que éstas les ponen los cuernos a sus parejas fantaseando se deben a escritoras, no a escritores, como es el caso de Rhett Butler, protagonista de "Lo que el viento se llevó" de Margaret Mitchell, "El caballero de las botas azules" de Rosalía de Castro, Rochester de Jane Eyre debida a Charlotte Brontë, Heathcliff de "Cumbres borrascosas" de su hermana Emily Brontë o ahora Christian Grey, el de 50 sombras de Erika Leonard James, que, según se dice, ha hecho que a miles y miles de mujeres se les abriera el apetito sexual y se quedaran embarazadas, de modo que habrá por el mundo una patulea de hijos de Grey, su padre medianero o mamporrero".

Eugenia Rico: "Yo del éxito no tengo noticias, pero sí del enorme fenómeno de marketing que le ha precedido, por suerte o por desgracia, el mercado de los libros, que no la verdadera literatura, se mueve por modas. Cansados de los vampiros, nos encontramos ahora en el fenómeno de las porno-mamás, un fenómeno eterno, porque qué era Madame Bovary más que una casada aburrida en busca de algo que la salvara de su vida monótona, y en Asturias tenemos a Ana Ozores, "La Regenta". Éstas no eran novelas eróticas, sino grandes novelas, pero partían de la frustración femenina como motor para descubrir el porqué de la insatisfacción del ser humano. No he leído 50..., pero me atrevo a decir que un poco de porno blando es nuestro nuevo escape contra la crisis, lo demás son modas. En cuanto al concepto de éxito entre el público femenino, me hace sonreír: lo que ocurre es que la mayoría de los lectores son mujeres, así que si un libro vende mucho es porque lo compran las mujeres. Espero que no sea siempre así y que pronto los lectores llamados masculinos nos sorprendan con su interés por la literatura, que traerá consigo un interés más profundo por la vida".

Reyes Monforte: "No he leído este nuevo fenómeno literario. Y tampoco sabía que era porno para mamás. Pero debe ser para las mamás a nivel planetario que diría una otrora ministra, porque parece ser que arrasa en todo el mundo. Sólo te puedo hablar de oídas y he oído de todo: o que gusta mucho o que no gusta nada. De todas maneras, es normal lo de las mamás, porque en España la mayor parte de los lectores son mujeres, eso es una realidad: ellas leen más que ellos. De todas maneras, si un libro vende tanto... por algo será, los lectores no son tontos y, en definitiva, son ellos los que hacen los best sellers".

Maruja Torres: "No tengo ni idea, chico, me enteré el otro día por dos mozas en estado de pasar calenturas, que me dijeron que da para muchas pajas y es terriblemente reaccionaria, pero yo ni la he leído ni pienso, ¡porfa!".

Leticia Sánchez Ruiz: "Yo le eché un rápido vistazo al primero, movida por la curiosidad, y en lo poco que leí no encontré ni "erotismo" ni "literatura" (al menos lo que yo entiendo por estas palabras), sino "un pastiche neoyorquino de porno y lujo". Supongo que el motivo de que enganchen tanto estos libros es, en estos tiempos de crisis, que te ofrecen la posibilidad de vivir una pasión arrebatada con un hombre de

Manhattan sofisticado que te ata a una cama y te lleva en avión privado a París, mientras una, fuera del libro, hace números para tratar de pagar la hipoteca y no tiene ganas de nada cuando se va a la cama. Digo yo. Ahora, que en pleno siglo XXI que lo que quieran (aspiren o deseen) miles de mujeres sea un hombre dominante, frío y millonario que las azote, me preocupa bastante".