"Ha llegado el momento en Europa de alterar cosas importantes si queremos construir algo que dure varios siglos", decía ayer en el Club FARO José Enrique Ruiz-Doménec. Presentado por Jorge Luis Bueno, profesor de Literatura Inglesa, este catedrático medievalista habló sobre "Personajes intempestivos que cambiaron la historia de Europa".

La tesis de este profesor es que hubo una serie de personajes a lo largo de la historia de Europa que produjeron grandes cambios aunque ellos fueran intempestivos. "La historia de Europa –dijo– es tremendamente individual, ha generado una cultura individualista y esa apreciación de la individualidad está a punto de desaparecer. Lo que me pregunto es si Europa podrá seguir siendo Europa si no encuentra a personajes como estos que aceleraron el ritmo de la misma y le dieron una identidad".

Ruiz-Doménec, que acaba de publicar en la editorial Gredos "Personajes intempestivos de la historia", sostiene que estamos ante una encrucijada muy difícil donde lo menos es el peso de la desaceleración económica, y que está afectando más a Europa que a otros continentes", refiriéndose a la necesidad de revisar o renovar valores que le den a este continente una identidad ante el futuro.

Apuntó este medievalista un dato inquietante. "En la década que comienza el año 10 de cada siglo –dice– ha cambiado la historia siempre, y ahora va a cambiar inevitablemente. La preocupación es saber si ese cambio será en positivo o no, y si vamos a liderarlo los europeos. Tendremos que preguntarnos qué está pasando para haber abandonado la herencia de esos personajes que selecciono y estudio en mi último libro, que han transformado nuestra historia, sin que hayan aparecido otros nuevos para sustituirlos".

Once personajes ha elegido como cruciales, y uno de los que se refirió ayer fue Pedro Abelardo, "el primer profesor que tuvo Europa" (1616). El solo, tras ser consciente de que Europa estaba en una encrucijada hilvanó una historia que comenzó con su instalación en París y la reunión de un grupo de estudiantes. "Se preocupó de formular un nuevo principio para el saber. El saber es el núcleo del conocimiento y hoy enseñamos conocimiento sin motivar a los alumnos para el saber, que es la estructura que sostiene el baño de los conocimientos. Abelardo, al que se persiguió y destruyó, es el protagonista de la Europa abierta, tolerante, que fija el saber como meta. Fue la gran figura del intelectual moderno, el que identificó el espíritu europeo de la primera modernidad. Enseñó que todo aquello que mejora el comportamiento, la vida, es digno de ser pensado, y eso incluye desde la tremenda importancia de la invención del botón a la de las gafas, que permitieron a la gente alargar su vida útil en el tiempo".

Otro personaje intempestivo de su época al que se refirió fue a Guillermo de Aquitania. "Pese a ser el más rico de su tiempo, dejó todo para componer unas espléndidas canciones que fueron vehículos del movimiento trovadoresco... El imperativo moral de sus poesías residía en apostarlo todo a esa lucha titánica contra la historia, esto es , contra las reglas de la nobleza de su tiempo, contra los valores que la Iglesia trataba de imponer...

Dice Ruiz-Doménec que el gran problema de la Europa del siglo XX es "la mirada al otro. "La mida al otro es el mundo islámico y valorar al otro es uno de los grandes hallazgos", dijo poco antes de entrar en otro de sus personajes elegidos, también políticamente incorrecto, malquerido por muchos aunque exaltado por los cronistas de la época: Ricardo Corazón de León. "Al final de su vida a pesar de sus excesos –dice–, los trovadores son los que cuentan, los que originan la leyenda de este personaje singular que nunca estuvo de acuerdo con los valores de la época que le tocó vivir".

Y valorar lo humano en una situación de guerra. Esa idea le llevó a hablar de otro de sus elegidos, el Gran Capitán, Gonzalo F. de Córdoba. En la Europa del siglo XVI al XX ha habido una década de cada siglo –dice–, luego las desplazamos a las periferias pero en los años 80 la acercamos otra vez con la de los Balcanes, que es vecino".

Entre los éxitos pasados y desafíos del futuro

De toda situación de colapso se sale creando, dice Ruiz-Doménec, y esa afirmación le sirvió para introducir a otro de sus elegidos: Leonardo da Vinci, "el gran creador. Lo que propuso a los europeos fue crear y eso fue el Renacimiento".

Y Mozart, un "joven del XVIII que nos enseñó a amar la música y sin cuyas estructuras compositivas no hubiera habido la música actual. Cargó sobre su espalda el universo sonoro de Europa y permitió a quienes le siguieron articular una música que sirvió de identidad. Puso en valor la música como elemento clave de la cultura europea, convirtiéndola durante siglos en un gran armazón creador".

Europa es ahora para este medievalista un continente dubitativo. Una geografía de contradicciones, una unidad que se mueve entre las heridas y los éxitos de su pasado histórico y los desafíos que le aguardan en el futuro. "Los viejos valores no convencen a la sociedad, pero no se han difundido los que deben sustituirlos".

"No es sólo un problema económico. Es la credibilidad de las ideas. Si se pierde, se fracturará el sistema. Europa siempre ha arbitrado soluciones a grandes problemas y en momentos más difíciles que los actuales. Ahora sólo se apuesta por la investigación aplicada y no por el pensamiento", lamentó.

"El europeo está condicionado por su historia, pero no la conoce y tiene duda sobre su futuro", dijo. Para este historiador "los países que sólo se interesan por la tecnología de aplicación, que es un poco la tendencia de España, tienen un escaso porvenir y terminarán siendo una colonia de ideas de otros".