El espectáculo etnográfico más antiguo de Galicia, los curros de caballos, está garantizado este año. Pero, ¿qué ocurrirá en 2012? Los ganaderos de las sierras de A Groba y O Galiñeiro, ubicadas en la comarca pontevedresa del Val Miñor, se hacen esta pregunta tras el acuerdo alcanzado con la Consellería de Medio Rural para llevar a cabo las rapas en los próximos meses sin la intervención de las fuerzas de seguridad para controlar la colocación de los microchips. La respuesta es rápida. Los representantes de la Xunta les han advertido de que, pasadas las rapas, habrá que identificar a los caballos con estos dispositivos para pedir responsabilidades en caso de accidentes de tráfico o destrozos en propiedades privadas. Eso supondrá, a juicio de estos propietarios de animales, la desaparición del cincuenta por ciento de sus reses –un total de dos mil, la mayor cabaña de la comunidad gallega– en un plazo de dos años. Consideran la moratoria del Ejecutivo gallego un "parche electoralista" para evitar conflictos ante la proximidad de los comicios municipales. "¿Y después qué? ¿Nos obligarán de nuevo a colocar los chips a 40 euros cada uno? Eso es inviable", avisan.

El gasto en dispositivos electrónicos sería una ruina. Los tratantes pagan cada animal a un máximo de 50 euros para la producción de carne Así que los efectos de la normativa europea que pretende implantar la Xunta ya se están notando en las asociaciones de ganaderos de la zona con una disminución gradual de las manadas. "Muchos están vendiendo los animales para evitarse problemas en el futuro", aseguran.

Y es que el coste de los microchips vendría a sumarse a otros desembolsos. Afrontan cuotas anuales por los seguros de responsabilidad civil. También invierten su dinero en insecticidas, gasóleo para recorrer los montes y vigilar a los equinos, material para construir vallas que les impidan invadir carreteras o fincas, "por no hablar de las horas de trabajo", añaden.

Su única motivación es el amor a la tradición y a los caballos "que se hereda de padres a hijos". Y su pretensión, conservar esa herencia, cuya historia documentada se remonta seis siglos atrás, aunque existen indicios de la celebración de curros en los petroglifos prehistóricos. Destacan también la función ecológica que las "burras" cumplen en el monte. Lo mantienen limpio de maleza y evitan incendios.

Por todo ello, los ganaderos aseguran que las mejores identificaciones son las marcas a fuego de cada uno, "únicas e intransferibles". Con ellas pueden localizar a los dueños de animales con solo mirarlos. "Con los microchips, habría que atrapar a los caballos y pasarles un lector, algo impensable". De este modo, proponen a la Xunta una solución definitiva: obligar a cada propietario a formar parte de asociaciones por zonas y contar con pólizas de seguros. Sus colectivos ya lo hacen y, además, disponen de seguros colectivos.

Pese a todo, acudirán al primer curro del año, el próximo día 8 de mayo en A Valga (Oia). Luego irán a Torroña, Mougás, también en Oia, a Morgadáns y Vincios, en Gondomar, en los meses de junio y julio. Y después, pensarán en resolver el problema de cara al próximo año.