"Los científicos estamos convencidos. El problema de la energía nuclear es de aceptación social". La química Estela Reinoso (Vigo, 1980) acaba de fichar por el centro de investigación de Saclay, especializado en este campo y uno de los diez que integran la Comisión de Energías Alternativas y Atómica (CEA) de Francia, uno de los países del mundo, junto a EE UU y Reino Unido, que más recursos dedica a estos estudios y que genera mayor producción.

Experta en residuos nucleares, tiene claro que el futuro pasa por esta fuente de energía: "No puedes soltar un artículo científico en la calle, pero hay que hacer llegar a la gente que los gobiernos y las empresas toman decisiones con la ciencia detrás. Vivir a pocos kilómetros de un almacén como el que ahora quieren construir en España supone menos radiación que hacerte dos o tres radiografías en un año. La sociedad actual no puede permitirse prescindir de esta energía. Es la más efectiva y no contamina, porque no produce CO2".

Acabada su carrera en el campus vigués, Estela, que ya había realizado una breve estancia previa, regresó en 2006 a la Universidad de Plymouth, en el sudoeste de Inglaterra, para estudiar la movilidad de los elementos radioactivos que contienen los desechos de las centrales y el comportamiento que éstos tendrían en el medio ambiente en caso de fuga.

Centró su tesis en tres agentes acomplejantes – moléculas orgánicas de origen antropogénico– que se encuentran en dichos residuos y en cómo afectarían a la migración de cuatro elementos radioactivos o radionucleidos (cesio, estroncio, uranio y torio) cuando interaccionan con un determinado tipo de suelo o en una solución acuosa.

Gracias a este valioso currículo como radioquímica del medio ambiente, la joven ha conseguido plaza en el CEA-Saclay para participar en un proyecto subvencionado por el Gobierno francés y, en un 80%, por la empresa Areva, líder mundial en todo el proceso relacionado con la producción de energía nuclear.

La firma gestiona varias minas de uranio en Níger y el cometido de Estela será el de incrementar su seguridad una vez que cese la explotación: "La empresa utiliza barreras físicas de arcilla para evitar que el uranio y otros elementos radioactivos se sdesplacen debido a la lluvia y acaben llegando a los ríos".

Durante los próximos dos años, Estela investigará en el laboratorio cómo absorben el urano y el radio cuatro tipos de arcilla diferentes. Este nuevo desafío profesional le ha obligado a colocar sobre la balanza los trastornos que supone el "cambiar de cultura y de país" frente a la gran oportunidad que representa el CEA para su carrera.

Así que el pasado diciembre se despidió de Plymouth y empezó el año en la capital gala, aunque ella ha preferido alejarse del centro y reside en Bures-sur-Yvette, en las afueras de París. Y es que Estela, acostumbrada desde pequeña a navegar por la Ría, prefiere localidades pequeñas a la metrópolis: "Remo desde niña. Empecé en el Náutico de Vigo a los once años y me gusta la tranquilidad de encontrarte en plena naturaleza y escuchar la remada. No estoy acostumbrada a las grandes ciudades".

Por culpa de su afición acabó siendo la capitana y entrenadora del Plymouth Amateur Rowing Club, lo que la convirtió en toda una celebridad local. Todavía no han encontrado un sustituto a su altura. "En dos años pasamos de tener seis miembros de menos de 18 años a más de cuarenta. En enero volví para asistir a una regata organizada por ellos y todavía me preguntaban qué iban a hacer sin mí", relata entre risas. En su nuevo destino tendrá que aparcar los remos, pero a cambio está dispuesta a disfrutar de la vida cultural parisina: "La conexión por tren es muy buena y ahora descubriré la ciudad que no ven los turistas".