La crisis no respeta ni los símbolos. El tren que fue durante 127 años el más conocido y lujoso de la tierra se ha visto obligado a cerrar sus puertas por el impacto de los vuelos baratos y la alta velocidad. El Orient Express unía, en su momento de mayor auge, París y Estambul a través de los Balcanes, y ha inspirado múltiples obras literarias como el Drácula de Bram Stoker o Desde Rusia con amor, de Ian Fleming, en la que James Bond viajaba con la atractiva Tatiana Romanova.

Para los nostálgicos, una buena noticia: la rama que une Venecia y Estambul seguirá en activo, aunque queda reservada como servicio de lujo y con un coste de 5670 euros por persona.

En 1882 George Nagelmackers, Director de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, invitó a los primeros pasajeros del Orient Express a que fuesen en su tren de París a Viena. La ruta fue expandiéndose y en 1889 ya llegaba hasta Estambul. En la época, el tren salía dos veces por semana de la estación del Este (Gare de l´Est), en París, y terminaba en la ciudad de Giurgiu, en Rumania, pasando por Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest y Bucarest. De Giurgiu, los pasajeros eran transportados a través del Danubio hasta la ciudad de Ruse, en Bulgaria. De allí otro tren los llevaba hasta Varna, donde podían tomar un ferry para Estambul.

Agatha Christie inmortalizó el tren con su obra Asesinato en el Orient Express, una intriga bizarra y glamourosa que el detective Hércules Poirot resolvió in extremis. El hotel Pera Palace guarda la suite donde se alojó la escritora británica para escribirlo como museo.

Fue en los años 30 cuando el Expreso adquirió su fama de tren lujoso, ofreciendo un servicio de primera clase para sus pasajeros, que incluía miembros de la realeza, diplomáticos y millonarios. El menú base del vagón restaurante se componía de ostras, rodaballo en salsa verde y pudding de chocolate.

La propietaria de la línea París-Viena, Euro Night Rail Services reconoce que "los vuelos baratos y los trenes de alta velocidad nos han forzado a retirar la línea".

Los amantes de los kilómetros todavía tienen una última oportunidad con el Transiberiano.