Fernando Suárez Bilbao, doctor en Historia y en Derecho y especialista en historia judía, resumió ayer en el Club FARO los cuatro principales puntos de deuda de Occidente con el judaísmo: el descubrimiento del monoteísmo y la trascendencia; la lucha contra el helenismo y el pensamiento gnóstico; el redescubrimiento del conocimiento científico y el sentimiento de culpa tras el holocausto. Para este experto, "la conciencia de culpa es la última deuda europea con los judíos para que Occidente recupere el verdadero humanismo".

Suárez fue presentado por el periodista Miguel Boo, quien recordó algunas aportaciones del Judaísmo a la civilización occidental, como los diez mandamientos y el descanso semanal, y citó el Evangelio (Jn. 4,22) al señalar que "la salvación viene de los judíos".

El profesor Suárez Bilbao subrayó que el Cristianismo nació en el seno del Judaísmo y que nunca renunció a su ascendencia judía. "Me parece errónea la opinión de quienes quieren descubrir en el Cristianismo una especie de producto del helenismo y su filosofía -indicó-. No es posible negar que, por su origen y contenido doctrinal, el Cristianismo fuera la consecuencia del Judaísmo. Continuó, además, la gran pugna contra el helenismo y obtuvo la victoria".

Precisó que la influencia del pensamiento y de la tradición judía va mucho más allá que las costumbres cotidianas, las comidas y la higiene, ya que el Judaísmo es "una cultura, una forma de pensar y de enfrentarse a la vida".

Se refirió a la figura del rey David, que supone "el descubrimiento de la verdadera libertad, del libre albedrío, en contra del determinismo propio del mundo antiguo", ya que el monarca de israel era "un pecador que se arrepentía ante Dios".

En cuanto al conocimiento científico, Fernando Suárez habló no solo de la conocida dedicación de los judíos al comercio internacional y a los préstamos, sino también a personajes como Salomon ibn Gabirol, una de las figuras esenciales de la cultura europea durante el siglo XI, y a Maimónides (s. XII), quien junto con Averroes y Santo Tomás de Aquino contribuyeron a la transformación intelectual que sustituyó el método platónico por el aristotélico.