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La toxina que apunta a recuerdo

Las clausuras de este ejercicio contrastan con los más de cien jornadas de 2016. Hay que remontarse a 2010 para encontrar un periodo similar.

Mariscadoras en el banco de Placeres. // Gustavo Santos

El sector marisquero del fondo de la ría, de las cofradías de Poio y Pontevedra, cruza los dedos para que nada se tuerza y 2017 pueda ser recordado como uno de los años más satisfactorios para estos trabajadores. Dos hitos marcan por el momento este ejercicio. Por vez primera en dos décadas se reabrieron los bancos de la parte interna de la ría, en especial el de Placeres, al subir de la categoría C a la B. Y además, el marisqueo goza de uno de los mayores periodos sin el acoso de las toxinas. En lo que va de año solo se han llevado a cabo 22 días de cierre por la presencia de la lipofílica, cuando el año anterior se superó el centenar de jornadas de clausura.

El área de trabajo de las cofradías de Pontevedra y Poio comprende tres zonas de bancos marisqueros. Hay que remontarse a 2010 para encontrar unos datos parecidos a los de este ejercicio, cuando el área III de la ría, aguas afuera de la Illa de Tambo, estuvo cerrada 20 días, y la más interna, la V, sufrió apenas 9 jornadas de clausura. Solo se puede encontrar una etapa mejor en cuando a toxinas en el bienio 2008-2009.

Los 22 días de este año se concentran en la zona V, la más interna, y se produjeron en abril (14 jornadas) y mayo (8 días), lo que significa que desde hace más de cinco meses estos bancos están totalmente libres de toxinas y sin trabas para trabajar en los periodos establecidos. Mejor situación presentan las otras dos áreas marisqueras. La IV, en el entorno de Tambo, no registra episodios tóxicos desde noviembre de 2016, es decir, más de diez meses, mientras que la III, la más exterior, ya suma 14 meses sin toxinas, desde julio del pasado año.

De mantenerse así en el último tramo de este ejercicio la situación en los bancos se alcanzaría una de las mejores etapas de la historia, toda vez que, al margen de 2007, 2008 y 2010, siempre se cerró cada año con al menos cincuenta días de clausura por episodios tóxicos.

Junto a este balance hay que situar la buena noticia llegada en agosto, cuando la Consellería do Mar anunció la reapertura al marisqueo casi 20 años después la parte interna de la ría de Pontevedra al constatar "una mejora en la clasificación microbiológica de las aguas de la zona".

Se trata de la parte interna de la ría de Pontevedra, la comprendida entre Punta Praceres y el muelle de Lourido, que llevaba catalogada como zona C desde 1998. La categoría B significa que el producto puede comercializarse tras pasar por una instalación depuradora.

El marisco extraído de esta zona es apto para su consumo en fresco, "con todas las garantías de calidad y salubridad", según informó la Xunta, "siempre que se someta a proceso de depuración". Las zonas de producción de moluscos bivalvos y otros organismos marinos se clasifican como A, B o C en función de su mejor o peor situación microbiológica. En el caso de la zona A, los productos pueden acceder directamente al mercado. En el caso de la B, es necesario la depuración, como ocurrirá ahora en el área comprendida entre Punta Praceres y el muelle de Lourido. Por último, en la zona C solo pueden ir al mercado en caso de que vayan para conserva o tras una reinstalación para un proceso de depuración natural.

Las mariscadoras han tenido que elaborar trabajos previos en los bancos reabiertos antes de comenzar la producción, para limpiarlos de algas y airear la arena, tarea en la que emplearon tractores, toda vez que el suelo está muy compactado después de años sin explotación.

Otra muestra de que 2017 tienen todos los visos de resultar más positivo que 2016 se observa en los datos de comercialización y venta de la lonja de Campelo. Según los datos del portal de la Xunta pescadegalicia.gal, entre el 1 de enero y este fin de semana se han movido en esta rula 290.600 kilogramos de productos del mar, en especial bivalvos de la ría de Pontevedra, por un importe de 3.257.700 euros, muy por encima de los 2,5 millones facturados a estas alturas del pasado ejercicio. Supone más de un 30% de aumento.

La almeja japónica se ha convertido en la "reina" de esas subastas, ya que se acerca ya a los 282.000 kilos, con un importe de más de 2,1 millones de euros, es decir, el 65% de toda la facturación de la lonja. El berberecho también muestra signos de recuperación tras la mortandad de otros años, con 13.600 kilos y 81.000 euros, si bien la segunda especie más habitual es la almeja babosa, con 35.000 kilos y 514.000 euros movidos.

Clausurados todos los polígonos de bateas

  • Frente al buen panorama que se aprecia en los bancos marisqueros, en los polígonos de bateas de la ría no se pude decir los mismo. Los ocho existentes, en Poio, Bueu y la ría de Aldán, permanecen cerrados. La de Pontevedra es, con mucho, la más afectada por la toxina del mejillón ya que en Arousa, con 25 polígonos, solo está clausurado uno, igual que en la de Vigo, donde hay 12 parques. Las bateas de Poio ya acumulan entre 74 y 154 jornadas de cierre, según su emplazamiento, y en varios periodos. El último de ellos comenzó a finales de septiembre, por lo que los bateeiros llevan todo octubre sin poder trabajar allí. En años anteriores, el último tramo del año tampoco fue favorable.

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