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Chus López. "Es increíble que la sanidad no cubra algo tan básico como las cremas para las quemaduras de la radioterapia"

"Son muchas las cosas que al final acabas pagando", dice la pontevedresa

Chus López. // G.S.

A la pontevedresa Chus López le diagnosticaron un cáncer de mamá hace más de dos años. Ahora, cuando se encuentra a la espera de la reconstrucción de la mama afectada, reconoce que sería imposible sobrellevar la enfermedad sin el apoyo de su familia y amigos.

-¿En qué punto de la enfermedad se encuentra?

-Me diagnosticaron la enfermedad el 23 de julio de 2014, hace más de dos años. Me encuentro bien. Las revisiones semestrales han pasado a anuales.

-¿En qué consisten?

-Son de Cirugía y de Oncología. Me hacen una exploración y me enseñan a que yo también me las haga correctamente. También me hacen analítica, ecografía y mamografía. También estoy pendiente de que me llamen para la reconstrucción de la mama.

-Ya han pasado dos años...

-Tiene que pasar como mínimo un año después de la radioterapia. Yo la terminé en julio de 2015. Tendrían que haberme llamado, pero como hay una lista de espera tan grande, no sé si lo harán ni siquiera antes de esta Navidad. Sigo esperando.

-¿Está impaciente?

-Al principio, como pasé por tantas operaciones, no quería ver un quirófano ni en pintura. Ahora estoy deseando verme ya con el pecho. Hay días en los que me veo al espejo y me es indiferente, pero hay otros en los que ya lo estoy deseando. Estéticamente, no te gusta ver las cicatrices y que te falta una parte de ti.

-Además de la mastectomía, ¿qué otras consecuencias recuerda como más duras en la enfermedad?

-El proceso de la quimioterapia fue muy duro. Perder el pelo, quieras o no, lo es, y mucho. Yo decidí utilizar peluca. Además, están todos los efectos secundarios. La radioterapia tampoco lo pone fácil. El hecho de que te caiga la piel, que te agota... Y eso que yo, dentro de lo malo, llevé tanto la quimio como la radioterapia muy bien. Por otro lado, en mi caso, al haber mastectomía me tuvieron que practicar una linfadenectomía, que consiste en la extracción de los ganglios linfáticos. Esto implica que no puedes hacer trabajos con esfuerzos, ni cargar pesos ni coger infecciones en ese brazo. Algo tan simple como una manicura puede ser un problema. Si no te cuidas, puedes tener linfedema, hinchazón del brazo. El otro día estuve en el hospital y la experta en este tema me mandó encargar una manga compresora para utilizar en casa.

-¿Todos los tratamientos los cubre la sanidad pública?

-Bueno, por ejemplo de esta manga compresora tengo que pagar la mitad de su coste, son 60 euros, así que tengo que costear 30. Pero no es lo único, también tuve que pagar de mi bolsillo otros productos como las cremas que te aconsejan para después de las sesiones de radioterapia. El bote de la que te aconsejan cuesta 30 euros. Además, con la quimioterapia se te va el apetito y es bueno tomar batidos nutricionales, que venden en farmacia y que tienes que pagar tú. Son muchas cosas las que al final acabas pagando. Para sobrellevar la quimioterapia son muy buenos los productos de herbolario, por ejemplo, porque así evitas meterte más química en el cuerpo y ayudas a depurar.

-¿Todos son necesarios?

-Obviamente, sin ellos la enfermedad sería mucho más dura. Pero es que además en el caso del brazo en el que practicaron la linfadenectomía, para evitar la hinchazón me aconsejaron masaje linfático. Cada sesión, con bonos, son 30 euros aquí en Pontevedra, porque por la sanidad pública no entra.

-¿Cuánto se ha gastado durante todo este período?

-Pues contando las cremas, los complementos alimenticios y productos de herbolario para evitar los mareos, náuseas, etc... perfectamente me gastaba unos 100 euros cada dos meses. Muchas veces lo pensé, que era muy afortunada por tener un trabajo con el que poder pagar todo esto y en cómo harían otras mujeres que no pueden permitírselo. Me parece increíble que no entren por la seguridad social cosas tan básicas como las cremas para las quemaduras de la radioterapia o los complementos alimenticios.

-¿Qué le decían en consulta?

-Bueno, yo con el personal médico estoy muy contenta. El equipo de Cirugía de Montecelo es muy bueno. Yo estaba muy tranquila con las cirujanas y las oncólogas que me trataban en el CHOP.

-¿Qué le ayudó a sobrellevar la enfermedad?

-Sería imposible sin el apoyo de mi familia, mi marido, mis amigos... Sabes que tienes un cáncer, pero no te duele, así que lo que te planteas es que hay que eliminarlo, cortarlo. Recurrí a terapias como el yoga y reiki. Aunque aquí no se conozca, en hospitales públicos de Cataluña ya se utiliza el reiki para ayudar a los pacientes de oncología.

-¿Qué pensó cuándo se lo diagnosticaron?

-Que no me podía estar pasando a mí, que no podía ser cierto. En mi caso, una doctora de Cáceres, donde trabajo, me dijo, al verme el bulto que era un cartílago calcificado. No me hizo las pruebas de rigor. Pasaron seis meses y lo consulté a mi médico aquí en Pontevedra. Fue él quien aplicó el protocolo de cáncer de mama. A día de hoy me sigue sorprendiendo que fuese precisamente una mujer la que me hubiese dado un diagnóstico erróneo tan alegremente.

-¿Cómo ve el futuro?

-Siempre piensas que la enfermedad puede volver, pero hay que tratar de ser positivo. Hoy día la medicina está muy avanzada y el cáncer de mama es de los que tiene un índice de curación más alto. Eso pienso.

-¿Se puede sacar algo positivo de esta experiencia?

-Las amistades que haces durante la enfermedad. Es algo que nos une mucho a las mujeres. Sigues manteniendo el contacto con otras pacientes que han pasado por ello.

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