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El patrimonio secular de las tiendas y establecimientos de hostelería

Los tesoros ocultos del comercio local

Lareiras, decoraciones de siglos o patios escondidos, entre los atractivos de bares y tiendas del centro histórico

GALERÍA | Los locales con más encanto de Pontevedra. // Gustavo Santos

"¿Verdad que una ya se cura un poco solo con venir a esta farmacia?" comenta una clienta al contemplar la extensa colección que adorna la Farmacia Domínguez Gómez en la calle San Román, un establecimiento mil veces merecidamente fotografiado por los turistas, que no obstante desconocen que en sus estanterías se exhibe una parte significativa de la historia de la farmacia.

Su propietario, el farmacéutico Jose Domínguez no solo ha conservado la imagen colección original de la botica, que inició su andadura en 1876 y es una de las más antiguas de Galicia, sino que lo largo de los años la ha incrementado con nuevas aportaciones, botes de cerámica y cristal soplado, albarelos que se utilizaban para clasificar los distintos específicos, plantas medicinales, pócimas y productos químicos que se utilizaban en la farmacopea más primitiva.

La colección también incluye "medicamentos originales de cuando se empezaron a fabricar, de los años 30 y 40", explica el farmacéutico, al frente de la botica de la calle San Román desde el año 1984.

A unos pasos, el bar Maristas ofrece la posibilidad de disfrutar de un aperitivo en sus soportales sobre los que figura preciosa ventana gótica. Ésta permaneció tapiada durante años y fue recuperada en los años setenta del pasado siglo.

La casa, originaria del siglo XV si bien muy modificada posteriormente, es un buen ejemplo del gran patrimonio ligado a los comercios y a la hostelería del centro histórico.

En los últimos meses han cambiado de uso o desaparecido establecimientos emblemáticos como la papelería Rodiño en la calle Don Gonzalo. El bajo, actualmente en fase de remodelación para ser reconvertido en residencia de mayores, ferretería y bazar hasta que en 1945 pasó a ser tienda de paquetería, mercería y hogar.

Cuenta con seis columnas de hierro que se fundieron en los altos hornos de Bilbao y hasta su cierre en 2014 conservaba otros elementos originales del siglo XIX como un hermoso extintor de hace más de un siglo o una caja fuerte que pesaba más de media tonelada.

Con su nuevo uso el edificio seguirá conservando su encanto original, no así La Moda Ideal, devorada el pasado mes de febrero por un incendio que acabó con más de un siglo de tradición comercial y hostelera. En el siglo XIX el edificio albergó un café concierto y en 1896 pasó a ser la tienda de tejidos ligada a la memoria sentimental de los pontevedreses, que lamentan la irreparable pérdida de un comercio con tanto encanto.

También le sobra a A Moda Dabaixo, situada a solo unos pasos de La Moda Ideal, en la calle Soportales, que arrancó ese mismo 1896 ya como comercio textil y que lleva en manos de la misma familia de comerciantes más de un siglo.

Conserva de su imagen original del siglo XIX toda la fachada del mostrador y una parte significativa de la madera, ya que otra hubo que renovarla al haberse apolillado con le paso de los años.

Si el caminante continúa calle abajo encontrará la tienda Calzados Felipe. Con suerte y si es autorizado por los propietarios podrá cotnemplar los extensos e interesantísimos almacenes, que conservan las vigas primitivas de madera y, lo más llamativo, un empedrado digno de contemplar.

Pero para asombrarse ante los enlosados originales, La Cueva de Cris, en la céntrica y simultáneamente recóndita calle San Sebastián, una bellisima construcción realizada totalmente en piedra y que conserva todos los espacios de la primitiva vivienda, hoy tranformada en un animado local en el que se puede disfrutar de música en directo.

Otro establecimiento afortunado es el Hotel Boa Vila, un local con encanto que entre otros elementos seculares conserva la lareira original realizada en piedra.

En la misma calle, el ultramarinos El Cisne, que inició su andadura en los años cuarenta del pasado siglo y que continúa vendiendo productos a granel de alta calidad.

Tras dejar atrás el escaparate y el mostrador original, el cliente puede disfrutar de un vino dulce con pasas o durante el invierno del acogedor ambiente que proporciona la chimenea de leña.

Calle arriba, el caminante podrá conocer que en 1902 abrió sus puertas en la plaza del Teucro la imprenta Peón, una de las más antiguas de Galicia y que atesora desde una prensa manual del año 1863 a una Minerva de los años veinte. Ambas aún funcionan en esta empresa en la que trabajan actualmente la tercera y la cuarta generación de la familia Peón.

Muy cerca de la imprenta, en la calle Curros Enríquez puede vistarse la droguería Moderna, su imagen original y sus miles de singulares productos que la convierten en uno de los establecimientos más visitados del casco viejo.

Y a unos metros, el edificio que levantó a finales del siglo XIX Saturnino Varela para ser sede de su ferretería. Se trata de una elegante construcción de inspiración francesa que hoy acoge a una cadena de comida rápida y al Casino Mercantil, pero si de ambiente acogedor se trata, ahí está el patio del bar Parvadas, uno de los clásicos de la ciudad y que brinda la oportunidad de degustar sus recetas bajo una parra, otra de las experiencias que el centro histórico reserva para los que dispongan de algo de tiempo para descubrir sus secretos.

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