"Estamos en una situación de expectación". Así resume Roberto Mansilla el trabajo coordinado que el Igadi y el Fondo Galego de Cooperación, ambos con sede en Pontevedra, llevan a cabo sobre la crisis de los refugiados, que, aunque agravada, todavía no ha traído a ninguno a Galicia por el momento. Las competencias, destaca, no son municipales ni autonómicas, sino estatales.
-¿Quién forma parte del Fondo Galego de Cooperación?
-Los concellos y, por ahora, dos diputaciones, la de Coruña y Lugo.
-La de Pontevedra tenía intención de hacerlo a finales del año pasado.
-Sí, está en proceso. Ya lo había sido hace unos años. Ahora está intentado regresar.
-¿De qué manera se produce esa colaboración entre los concellos y el Fondo?
-Con aportaciones del presupuesto de cada municipio de acuerdo a su población. En estos momentos, los países prioritarios son los de la África lusófona, Cabo Verde y Mozambique. Además, también hay una labor de sensibilización, con exposiciones, charlas y otros eventos, como el concurso fotográfico "Imágenes con fondo" o el programa de voluntariado "Vacaciones con trabajo" para funcionarios, que ya con anterioridad se hizo con países como Perú, Nicaragua y Cuba.
-¿Cuál es la labor del organismo en materia de refugiados?
-Siempre estuvimos abiertos a cualquier tipo de ayuda y a la apertura de un fondo. Lo que ocurre es nuestra ayuda solo puede ser canalizada desde el punto de vista institucional. Tenemos un convenio con la Fegamp, Federación Galega de Municipios e Provincias, y también dependemos de la Xunta de Galicia y a nivel del Estado. Aunque promovemos e impulsamos una visión autónoma, no podemos llevar a cabo una acción directa. Estamos abiertos y muy pendientes a lo que está sucediendo. Por el momento, no tenemos constancia de que llegase ningún refugiado a Galicia. Estamos en una situación de expectación. Al mismo tiempo, visibilizamos esta problemática a través de las redes sociales y de las actividades que hacemos, como la exposición "Las niñas y niños soldado". A través de ellas intentamos crear conciencia en el tejido social gallego.
-La queja general de todas las organizaciones se refiere, precisamente, a que es una competencia a nivel nacional. ¿Se sienten atados de pies y manos?
-Los concellos del Fondo Galego, cuando la cuestión de los refugiados comenzó a ser alarmante, nos llamaron y se comunicaron directamente con nosotros para ofrecer su ayuda. Nos preguntaban si existía algún plan o programa a través para impulsar este tipo de actividades. Incluso se ofrecieron a la acogida de refugiados. En estos casos, tenemos que decirles que no tenemos una competencia directa, pero vamos recogiendo todas estas propuestas para intentar presionar un poco a las autoridades públicas para que se lleve a cabo una política coordinada en este sentido.
-¿Cuál sería la hoja de ruta del Fondo Galego?
-Una vez que se produjese la llegada de los refugiados, se pondría en marcha un plan logístico, con ayuda psicológica... todo en función del número de concellos que estén dispuestos a la acogida.
-Entre ellos, el de Pontevedra.
-Fue uno de los que más impulsó que a través del Fondo Galego se realizara una ayuda coordinada. Se puso al frente cuando esta problemática se expandió. Demandó que el Fondo tiene que estar presente como ente coordinador de programas.
-¿Cuántos refugiados puede acoger?
-Tiene una capacidad interesante porque aquí existen una serie de recursos humanos, económicos y logísticos que permiten ese tipo de acogida.
-También la ciudadanía mostró su solidaridad desde el primer momento.
-Este tipo de acciones tienen que canalizarse de forma coordinada porque cuando se dan estas crisis, la gente, de forma espontánea, se presta. Pero puede resultar infructuoso.
