La proximidad del verano y con él la llegada del calor vuelve a encender todas las alarmas en los servicios de parques y jardines al iniciarse una temporada más la época de mayor apogeo de reproducción y desarrollo del picudo rojo, el escarabajo que desde hace unos años tiene en jaque a la población de palmeras de media provincia, ya que arrasa con todos aquellos árboles en los que anida. Con el frío su actividad se atenúa, aunque no desaparece, y cuando aumenta la temperatura es necesario adoptar medidas para evitar su propagación.
Así, el Concello llevó ayer a cabo una nueva fase de tratamiento preventivo de los ejemplares del parque de Las Palmeras, mientras que la Xunta acaba de poner en marcha en Lourizán un nuevo método de lucha contra esta plaga. Ha instalado diversas trampas con feromonas por la parroquia para atraer a los escarabajos, que en estos días salen de sus refugios en busca de nuevas palmeras. El objetivo es atrapar a los insectos durante su vuelo y reducir todo lo posible la población. De no ser así, el picudo rojo colonizará una palmera sana, donde depositará sus huevos y el árbol quedará sentenciado. Algunas de estas trampas pueden "atrapar" hasta al 70% de la población. La Xunta ha elegido Lourizán porque es, de lejos, la parroquia más afectada por este problema, tanto en árboles públicos como privados, si bien en el casco urbano ya hubo que eliminar una palmera afectada en Cobián Roffignac y otra en A Seca.
Desde el servicio de Parques y Jardines del Concello se lanza el claro mensaje a todos los que posean palmeras que no realicen en esta época de llegada del calor poda alguna de sus ejemplares, ya que ese proceso es el mejor sistema para propagar la plaga. Paralelamente, se realizan tratamientos preventivos, que ahora se llevan a cabo cada dos meses. Desde este servicio se recuerda que Las Palmeras es la mayor reserva, y más valiosa, de ejemplares de toda la ciudad, con árboles centenarios en algunos casos, de ahí que los esfuerzos se centren en este parque, pero emplaza a todos los dueños, públicos y privados, a adoptar medidas similares, no solo por conservar este patrimonio vegetal sino por razones de seguridad, ya que una palmera enferma puede desplomarse inesperadamente, cayendo su copa por completo y provocar alguna desgracia.
