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Blanca Marsillach: "Mi compañía busca utilizar el teatro como tabla de salvación en la que sacas tus demonios"

El teatro "siempre está en crisis, pero ahora también lo estamos las personas", afirma la actriz, cuya compañía actuó en Juan XXIII

La actriz Blanca Marsillach. // Iñaki Osorio

El centro de la Asociación Juan XXIII fue escenario de una representación muy especial, la del espectáculo "La siguiente parada", una obra de teatro interactivo para personas con discapacidad con el que la Compañía de Teatro Social de Blanca Marsillach continúa su proyecto inclusivo.

-¿Cómo surgió la idea de poner en marcha "La siguiente parada"?

-Fue a partir de una conversación con Beatriz Mato cuando era conselleira de Asuntos Sociales y con el señor Núñez Feijóo, mostraron el mismo interés que tiene Varela Producciones en facilitar la inclusión de personas con discapacidad en el mundo del teatro; ellos lo habían hecho en otros ámbitos pero nunca con las artes escénicas y pensamos que sería fantástico hacer una obra de teatro y que luego las asociaciones que forman el público que tiene capacidades diferentes se les pueda dar la oportunidad de subir al escenario y que ellos se sientan queridos.

-Porque en este espectáculo lo que hacen es que los espectadores que lo deseen sean también protagonistas...

-Exacto, aquí hay dos partes del proyecto, una en la que los protagonistas son actores (una de las actrices es gallega, Adela Acebes) tienen discapacidad y están integrados en mi compañía; otra es para un público quizás en ocasiones muy dañado por algún tipo de discapacidad, ya sea daño cerebral o síndrome de Down, y lo que hacemos es ir a los propios centros en los que están estas personas, hacemos allí la representación y luego ellos suben al escenario a repetir las escenas, intentar llegar hasta donde lleguen. Y también se busca captar cuál es el don que tiene cada uno, que a lo mejor no es la interpretación porque tiene dificultad a la hora de expresarse pero si puede cantar, o bailar o contar chistes, mi compañía busca utilizar el teatro como tabla de salvación en la que sacas todos tus demonios, un teatro terapéutico en el que potencias lo mejor de ti, eso solo ocurre cuando subes a un escenario, bajo un foco y ante un público, esa es la magia.

-¿Una compañía inclusiva es un doble reto?

-Sí, es un doble reto porque esto lo digo de corazón: Galicia es la única autonomía que yo sepa que ha mantenido, por lo menos en mi caso, el programa y el compromiso con las personas con discapacidad. Entiendo que estamos en una crisis, que no es lo mismo ahora que antes pero son unos programas muy humildes y no puedes quitar parte de lo que hace feliz a la sociedad, el trabajo social, y la Xunta se ha mantenido pasara lo que pasara, es verdad que ha habido recortes, lógicos, pero su compromiso ha estado ahí y creo que eso dice mucho del carácter gallego, la forma abierta y generosa en la que ustedes entienden el mundo. Pero si, es doblemente difícil una compañía inclusiva porque la gente en general quiere ponerse una medallita y limpiar su conciencia haciendo lo mínimo y hay mucho trabajo por hacer y además porque no es comercial.

-No solo hacen proyectos con personas con capacidades especiales sino también con personas desempleadas, en riesgo de exclusión social etc ¿cómo han sido las experiencias de trabajo con estos colectivos?

-Es gente con muchísimo agradecimiento, su estado natural es de gratitud y además se asoma a la ventana del trabajo con la ilusión de un niño que tiene su primera oportunidad, no como el que va como un autómata a trabajar y da las cosas por hecho, así que es muy gratificante porque notas que realmente lo aprecian. El trabajo con la obra social "la Caixa" ha sido precioso donde hemos incorporado a más de 60 personas en exclusión social, reclusos, ex drogadictos, gente relacionada con la violencia de género o que lleva en paro mucho tiempo, inmigrantes, mujeres que porque tienen más de 50 la sociedad ha decidido desecharlas y las hemos incorporado dándoles de alta en la Seguridad Social y dándoles un trabajo con el que recuperen la dignidad y su puesto en el mundo. Está siendo muy bonito y ahora empezamos un proyecto, también con la obra social "la Caixa" donde damos oportunidad a los mayores de interpretar con Adolfo Marsillach, a través de una retroproyección, todo el Siglo de Oro, también los mayores son otro sector muy olvidado, parece que cuando estás jubilado estás acabado e intentamos demostrar que la tercera edad es un estado que puede ser maravilloso.

-¿A su padre (el reconocido actor, autor dramático, director de teatro y escritor Adolfo Marsillach) le gustaría el trabajo que hace?

-Creo que sí, que le gustaría mucho, no tuvo la oportunidad de verlo pero pensaría que es una labor muy necesaria. Él siempre utilizó el teatro como herramienta para concienciar a la sociedad, para despertarla y sacudirla, siempre fue muy transgresor y además sentía una debilidad por los perdedores entre comillas y quería alimentar el alma oscura y con la cultura hacer un mundo más llevadero.

-Porque la cultura si no abre los ojos no sirve para nada

-Para nada, a través de la cultura lanzas un mensaje, él lo hacía desde un compromiso más político, más de una transición en la que se procedía de una dictadura, defendiendo la libertad de expresión, y yo lo hago con Varela Producciones desde la igualdad, la integración, desde un no sentirse discriminado por una circunstancia personal que la gente decide que es limitante, cuando las limitaciones están solo en la cabeza.

-Hablando de limitaciones ¿el teatro siempre está en crisis?

-Siempre, sí, pero ahora además también lo están las personas, antes la crisis motivaba, engrasaba el trabajo, te daba como una inyección de fuerza para entusiasmarte y decir vamos a hacer esto, ahora las personas nos hemos estancado, la crisis no nos sirve de palanca, ahora además del teatro somos las personas las que estamos en crisis.

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