Son las once de la mañana y Pontevedra comienza a espabilarse. Llegó el día grande de la Feira Franca 2015, dedicada a la Alquimia. Tan solo un par de horas después, miles de personas, una cifra aproximada de unas 200.000, según la concelleira de Festas, Carme da Silva, comparten espacio por las calles de la ciudad en esta XVI edición, que aúna historia, cultura y gastronomía y que ofrece decenas de actividades para todas las edades. Brilla el sol y aprieta el calor.

El tráfico desde los concellos vecinos es menos fluido de lo habitual. Por el puente de A Barca, por ejemplo, ya se registran las primeras retenciones de mañana. Y encontrar donde aparcar por la zona de Poio más cercana al centro de la capital es imposible, algo muy diferente a cualquier otro sábado. La ciudad y sus alrededores han hecho un viaje al pasado, más concretamente al año 1467, cuando el rey Henrique IV concedió a la Boa Vila el privilegio para celebrar un mercado libre de impuestos con un mes de duración.

Es curioso, pero parece que las clases más modestas son las más madrugadoras. Por la Praza de España abundan, de mañana, las mesoneras, los campesinos, los panaderos y los esclavos. A las puertas de los comercios los dependientes, vestidos con atuendos del siglo XV, aguardan a que lleguen los primeros clientes, mientras los empleados de algunos bares ultiman el montaje de las mesas en las que los comensales disfrutarán de sus comidas y cenas.

A esas horas los que ya disfrutan plenamente de la fiesta son los niños, montados sobre dragones y otros animales imaginarios en el tiovivo medieval, la barca vikinga y el carrusel de madera. Poco a poco se van llenando las calles cercanas a la Praza da Ferrería de gente que aguarda la recreación del transporte del vino, que este año llega con sorpresa: una boda medieval, con una novia vestida de rojo. No es real, pero a su paso la gente grita frases como "¡Vivan los novios!" o "¡Que los casen!". Lo cierto es que la pareja va precedida por un sacerdote y acompañada por un séquito de supuestos familiares y amigos.

En esos momentos tienen lugar las primeras aglomeraciones de gente que se sucederán a lo largo de todo el día, especialmente en los lugares de paso estrecho, como la Porta de Trabancas, que da acceso a la Praza da Ferrería desde A Peregrina, o en la calle Sarmiento, en el tramo que une las prazas de A Verdura y Méndez Núñez. La gente no se quiso perder por nada del mundo la fiesta, una de las más notorias de la ciudad.

Un día entero de fiesta

La Feira Franca supone una jornada de fiesta para todas las edades. Y este año no podía ser diferente. Además de las 250 comidas y cenas autorizadas a particulares y 140 para el sector hostelero, por cualquier esquina de la de la zona monumental se podía disfrutar de exhibiciones de esgrima, tiro con arco, cetrería, danza, animación en la calle, música y, sobre todo, el tan esperado y exitoso torneo medieval, que siempre llena la Praza de Touros.

Ahora, con la resaca, solo queda esperar a la próxima edición, la XVII.