Lo que podría pasar únicamente como una sanción administrativa por una alcoholemia positiva acabará ahora para su protagonista con una imputación por la vía penal como supuesto autor de un delito contra la seguridad vial y otro de usurpación de identidad.

Aunque la Policía Local ha resuelto este entuerto en los últimos días, el inicio de esta rocambolesca historia se remonta al pasado 12 de octubre. Sobre las siete de la madrugada una patrulla de la Policía Local que circulaba por la Avenida de Buenos Aires observó un vehículo Ford Fiesta de color blanco que circulaba con las luces apagadas por lo que se le decide dar el alto al conductor y único ocupante al que se le requiere, como es habitual, la documentación del vehículo como el permiso de conducir, identificándose este como D. G.

En ese mismo instante se le practicó una prueba de alcoholemia, arrojando un resultado positivo de 0,57 y 0,58 respectivamente por lo que se le denuncia por la vía administrativa por conducir bajo los efectos del alcohol. Es decir, sanción de 500 euros y retirada de seis puntos del carné, así como la inmovilización del vehículo. En aquel momento llamó la atención de los agentes la insistencia del conductor al manifestar su malestar con la denuncia, alegando que el motivo de que cogiera el coche fue trasladar a Montecelo a un amigo y que estaba preocupado porque había sufrido una lesión grave.

Aquel atestado policial finalizó de aquel modo, sin que los agentes le dieran mayor importancia. Y así habría quedado zanjado de no ser porque en diciembre pasado se recibió un escrito de alegaciones contra la sanción impuesta firmado por D. G., alegando que no podía haber sido él la persona a la que se multó aquel 12 de octubre conduciendo bajo los efectos del alcohol ya que aquel día había ingresado a las 4 horas en el servicio de urgencias de Montecelo y salió del mismo a las 11 horas por lo que es imposible que pudiera estar a las 7 horas conduciendo su coche en la Avenida de Buenos Aires.

No pudo ser él

En el escrito alega que ese mismo día, de madrugada, había sufrido una caída y que fue trasladado a Montecelo en su vehículo y que en el coche guarda su documentación y el permiso de conducir, desconociendo quién pudo coger el vehículo. Unos datos que la Policía Local contrastó con el propio hospital de Montecelo.

Ante estos hechos, los agentes municipales iniciaron una investigación para determinar quién fue realmente el conductor que aquel día arrojó un positivo por alcoholemia en la Avenida de Buenos Aires. Pese a la negativa del titular del coche a identificar al conductor asegurando que desconocía quién podía estar al volante de su vehículo aquel día, los agentes sospechaban que sí lo sabía y que tenía que ser uno de sus amigos. ¿Por qué? Porque él mismo había levantado la inmovilización del vehículo el día de los hechos sin cuestionar las razones que dieron motivo a esta inmovilización (es decir, no preguntó porqué al coche le había puesto un cepo la Policía Local) ni tampoco presentó una denuncia por robo. Por lo tanto, sabía lo que había sucedido.

Esto permitió a los agentes centrar la investigación en el entorno de sus amigos que lo habían trasladado a Montecelo. Fue un reconocimiento fotográfico el que al final permitió a los agentes dar con el verdadero conductor que circulaba ebrio y que identificaron finalmente como J. L. R. L., y a mayores, los agentes recordaron como el infractor había requerido el servicio de un taxi para su traslado a Montecelo a ver a su amigo tras ser inmovilizado el coche. Fruto de la investigación se comprobó efectivamente que esta persona había requerido un servicio de transporte público ese día y a esa hora en la avenida de Buenos Aires.

Sin puntos

Fue entonces cuando se descubrió también que el verdadero conductor tenía en vigor una suspensión del permiso de conducir por pérdida de la vigencia del mismo al agotar todos los puntos. Es decir, que la multa administrativa por circular ebrio se convirtió también en la apertura de diligencias por la vía penal por un delito contra la seguridad vial además de otro delito que se le imputa de usurpación de identidad al haber intentado hacerse pasar por otra persona.