Han sido años de protestas, desde Pontesampaio a Cerponzóns, pasando por Vilaboa, Salcedo, Lérez y el propio casco urbano, por las molestias y daños causados por las obras, pero todo apunta a que los trabajos se ejecutan a "velocidad de crucero" para que a finales de este año los veinte kilómetros que atraviesan el municipio puedan entrar en servicio. De hecho, desde hace ocho meses los trenes ya circulan por los 9 kilómetros entre Pontesampaio y O Marco, a las puertas de la ciudad, y en mayo próximo concluirá la remodelación de la estación, una de las últimas actuaciones iniciadas.

Las obras comenzaron al sur del municipio, en el tramo entre Pontesampaio y Vilaboa, y después se extendieron por Salcedo y Vilaboa. Duraron casi seis años y este tramo incluye algunos de los hitos más destacados del Eje Atlántico pontevedrés, como el viaducto sobre el río Ulló y dos túneles en Vilaboa. Aunque su presupuesto inicial de adjudicación rondaba los 60 millones, cuando se puso en servicio se indicó que alcanzaba los 130, al incorporarse diversas modificaciones y obras complementarias. Aunque ya se utiliza para los trenes convencionales, su uso para la alta velocidad aún aguarda a que se resuelva la polémica de la subestación de Bértola, en Vilaboa. La ubicación elegida por Fomento y Red Eléctrica Española no es aceptada por los vecinos y ambas partes no se ponen de acuerdo para un emplazamiento consensuado. Esta subestación alimentaría de energía a la catenaria de los futuros trenes.

El tramo más urbano es el denominado Pontevedra-Cerponzóns, de seis kilómetros, que se adjudicó por 55 millones, si bien se han sucedido los cambios y ampliaciones que sitúan el presupuesto actual al menos en los 80. Nuevas calles entre el este urbano y el centro, modificaciones para adaptar el ramal a Marín, las cubiertas de A Seca y Doce de Novembro son algunos de los añadidos en un recorrido cuya principal seña de identidad es el nuevo puente sobre el río Lérez, añadido a un túnel bajo la parroquia de Lérez. Este tramo comenzó a ejecutarse a principios de 2009

Los seis kilómetros finales discurren entre Cerponzóns y Barro, que se adjudicaron por 75 millones de euros y que discurre por el mismo valles que el trazado antiguo y la autopista. Todo ello suma un total de 20 kilómetros y una inversión mínima de 300 millones de euros en seis años. Son cincuenta cada año y quince por kilómetro, una cifra elevada pero asequible si se compara con el presupuesto que se estima para el AVE Ourense-Pontevedra, donde la cifra se eleva a los 40 millones por kilómetro, casi el triple que el Eje Atlántico pontevedrés.

Todas las infraestructuras (puentes y túneles) están ya ejecutados y la doble vía se ha instalado en su práctica totalidad, aunque sigue sin utilizarse en su tramo norte. La estación estará lista en mayo y las cubiertas sobre los raíles en Doce de Novembro y A Seca aún deben acondicionarse, si bien esa actuación no afecta al tráfico ferroviario.

Cuando se cumplan siete años desde que llegaron las primeras máquinas a Pontevedra, a finales de 2014 se verá "el final del túnel", a la espera de que entre en servicio todo el Eje gallego.