El último año de carrera es tiempo de transición: el estudiante casi está más pendiente de cómo iniciar la vida profesional que le espera que del curso en marcha. ¿Seguir formándose o buscar trabajo? Estos interrogantes se han agravado con la crisis económica: un mercado laboral que destruye puestos de trabajo y no absorbe a los jóvenes recién titulados. La situación es más compleja para los graduados en disciplinas cuyo futuro era incierto incluso en tiempos de bonanza, como Filosofía o Bellas Artes.

Dos jóvenes pontevedreses, Rubén Calles y Alberto Abal, canalizaron esa inquietud a través de un corto que debían realizar para una asignatura de la carrera de Bellas Artes. A su pregunta: ¿Puedo yo vivir de los videojuegos?, la respuesta fue el documental "Blow the Cartridge".

"En Proyectos Videográficos nos pedían un metraje de unos 5 minutos y creímos que sería interesante partir de esa premisa, ya que en poco tiempo nos íbamos a encontrar en esa situación, así que buscamos referentes a los que acudir", explica Rubén Calles, co-director del corto.

Al más puro estilo road movie, Rubén y Alberto, flanqueados por dos compañeros que se encargaban de las cuestiones técnicas, empezaron un viaje iniciático por el futuro que les aguarda. Visitaron estudios gallegos como Defcon (hoy ya desaparecida) y Gato Salvaje, y volaron Madrid para charlar con grandes nombres el videojuego en España: Pyro Crocodile Entertainment y Tequila Works, realizando una parada en el centro de formación especializada U-TAD.

El corto refleja el punto de inflexión entre el alumno y el nuevo trabajador: del entusiasmo de quien desea vivir de su pasión al árido panorama laboral que se encuentra fuera de la facultad. La mirada de los directores es inocente pero también irónica en algún momento, denotando las reflexiones que les produce la explorar las posibilidades que la industria del videojuego ofrece a un joven cargado de ilusión.

Ambos son apasionados de los juegos de pantalla desde niños. "Yo empecé a jugar en los 90, las aventuras gráficas clásicas me pirra y el juego independiente me encanta", exclama Alberto Abal, co-director del documental. "Yo empecé con la Nintendo 64. Me gustan más los juegos individuales e independientes que los multijugador masivos o las plataformas", contrarresta Rubén.

Aunque el perfil de desarrolladores de videojuegos está más ligado a la informática, ellos no aterrizaron en Bellas Artes por accidente, sino que siempre les fascinó el diseño gráfico. "Mi intención siempre fue diseñador de videojuegos. Hasta principios de los 2000, tan solo tenían la visión el programador, con un aspecto poco atractivo y mira cómo han evolucionado hoy en día, aportando toda una experiencia al usuario", expone Alberto. Esta aspiración es compartida por Rubén: "cuando empecé Bellas Artes tenía esa pose de jugador de videojuegos. Es lo que me gusta desde siempre, aunque de adolescente quería ser dibujante de cómic", confiesa.

Para ellos, el salto de mero jugador a creador no ha supuesto la pérdida de magia. "Se ve una magia distinta. En lugar de disfrutar como un niño de una peli de Disney es un placer descubrir cómo funcionan las cosas y crear otros universos", explica Alberto. "Puede que se pierda un poco de magia, pero ganas en otras sensaciones, descubres nuevas posibilidades", reflexiona Rubén.

¿Qué responderían hoy a su pregunta?

Alberto es contundente: "Sí se puede, por lo que yo he visto a lo largo del camino. No se puede vivir de forma tradicional, ir a una productora y empezar como becario. Actualmente o emprendes o no consigues nada". Su actitud podría sintetizarse en un "press start", ya que ve la situación con optimismo.

A Alberto le quedan unas cuantas asignaturas para finalizar Bellas Artes, más el proyecto de fin de carrera. "Invertí demasiado tiempo en el documental", sentencia entre risas. Planea dedicar el próximo curso a ese trabajo que le otorgará el título y a "desarrollar mis propios proyectos. Tengo la intención de hacer algo propio, para que cuando vaya a pedir trabajo a una empresa les pueda llevar una buena carta de presentación."

Ambos enfrentan su futuro inmediato desde distintos puntos de vista. Rubén reside actualmente en Madrid, buscando un trabajo que le permita salir adelante mientras realiza pequeñas colaboraciones con estudios. "No tengo conocimientos ni la experiencia ni los medios para lanzarme yo solo. Ahora me gustaría recibir una formación específica para continuar evolucionando".

¿Se puede vivir de los videojuegos? Rubén duda: "Se puede vivir de la ilusión, pero tienes que ganar dinero para poder sobrevivir y el mercado es muy competitivo. Aunque está claro que sin sacrificio no hay nada". "Game over", pensará él ante el crudo entorno.

Coinciden en que el mercado es muy competitito y con altas dosis de renovación, por lo que no se puede ir a remolque de otros proyectos sino sacar ideas propias e innovadoras. Para Alberto el panorama "está mejor que nunca porque el videojuego independiente y las plataformas de distribución digital te permiten acceder al mercado. Lo difícil no es entrar en la industria, es quien se queda. Que tu producto ofrezca algo que la saturación del mercado no rechace".

Una propuesta que sorprendió

Cuando el curso pasado decidieron realizar un corto sobre la vida que les esperaba ni soñaban con la repercusión que su obra ha alcanzado. El documental fue acogido desde su gestación con cierto asombro pero con el beneplácito de profesores, compañeros e incluso la propia industria "gamer".

"Los profesores se volcaron con nosotros. Nos dejaron sus propios equipos para grabar y nos aconsejaron que redujésemos el metraje, ya que pretendíamos hacer un documental de 45 minutos y nos advirtieron de que era algo exagerado para gente que no estaba puesta en materia audiovisual, de ahí que quedara en 18 minutos. Creo que al final nos pusieron un 9,5 de nota", explica Alberto.

Decidieron que su trabajo debía visionarse más allá de las aulas de Bellas Artes, así que crearon una web, perfiles de facebook y twitter y subieron el vídeo a Youtube donde han superado las 11.000 visitas en apenas un mes: "estamos muy agradecidos por la repercusión que tuvo y no esperábamos que fuese así. De pensar que lo iban a ver nuestros padres y amigos a tantas visitas...", exclama Abal.

Desde la propia industria el corto ha tenido una gran acogida, con cerca de 30 reseñas muy favorables en portales especializados, en cuyas publicaciones se advierte la sorpresa ante su creación. "En una de ellas comentan ´por fin hay un documental hispano-hablante sobre videojuegos´ como premiando nuestra iniciativa", asegura entusiasmado Rubén. "¡Y la ilusión que hace que hablen de ti en Meristation APM, un sitio que llevas tantos años viendo!", añade Alberto.

Próximamente colgarán en la web del documental el material extra que no pudieron incluir en la versión final. Quizá dentro de unos años cuelguen una segunda parte narrando su periplo por el sector de los videojuegos y cuya pantalla final clame "Victoria".